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Los líderes autoritarios son por naturaleza humana los que más desarrollan el carácter. Los militares son formados para que desarrollen al máximo el carácter.

En la democracia hay líderes que de tan buena gente que son, no sirven, porque le falta carácter. Cuando hay ausencia total de carácter, el irrespeto y la desobediencia es el pan de cada día en la relación líder seguidor.

Desarrollar el carácter y utilizarlo solo cuando las circunstancias lo ameritan, es uno de los retos más difíciles con la construcción del liderazgo democrático con sentido humano.

Abel Martínez tiene carácter. El carácter es una de las cualidades esenciales para un liderazgo del parlamento. Mantener los debates dentro del orden requiere de una personalidad con carácter y una autoridad natural que inspire respeto.

En Abel Martínez el líder político y gerente se pone en evidencia una sinergia entre firmeza de carácter con habilidades interpersonales de un ser humano humilde y sencillo. John H. Zenger y Joseph Folkman en el libro El líder extraordinario –Transformando buenos directivos en líderes extraordinarios- acotan que “la relación existente entre Carácter y Habilidades Interpersonales es extremadamente estrecha. Es evidente que la habilidad para inspirar y motivar a los demás está muy vinculada a cómo percibe la gente la integridad del líder.”

El cambio que ha vivido la humanidad ha conllevado a una flexibilidad del carácter. Una persona con un carácter muy fuerte en unos tiempos no dirige con eficacia ni siquiera a un batallón militar, porque el carácter debe ir acompañado de comprensión y sensibilidad humana, una combinación difícil de alcanzar.

Los líderes que logran la sinergia entre el carácter y la comprensión son respetados y queridos a la vez. Diferentes a los líderes autoritarios que los subalternos le obedecen por temor.

Cuando el líder logra sinergia carácter con sensibilidad, entonces se gana la confianza. Justamente, la crisis en el orden social y de vida en el mundo de hoy, es por déficit de confianza. El ser humano cada día confía menos en familiares, vecinos, patrones laborales, maestros, sacerdotes, pastores y políticos.

La sociedad dominicana vive hoy una crisis de confianza. La confianza es lo que mantiene unida a la familia, cohesionado a los partidos, hace que las empresas sean productivas y que los liderazgos mantengan legitimidad social. En la confianza que proyecta Abel Martínez partiendo del capital social que construye en lo político, social y laboral, es que está su fortaleza. Al mencionar su nombre en cualquier departamento de la Cámara de Diputados es normal escuchar reacciones espontaneas de afectos, respeto y agradecimiento. Igual sucede en la alcaldía de Santiago.

La confianza que Abel irradia en sus discursos y con el trato a las personas no es una ilusión, es una relación viva. La confianza incide considerablemente en los buenos resultados en los puestos que ha desempeñado.

Abel Martínez llegó a la alcaldía de Santiago en una coyuntura en que los partidos políticos atravesaban por un delicado momento de descrédito. Por eso, me inscribo entre los que catalogaron como un riesgo para su futuro político su aspiración a la alcaldía de Santiago.

La anti política y desafección tienen en parte su abono en la desconfianza. El hecho de que la gestión de gobierno de Luis Abinader y el PRM no llenara mínimamente las expectativas, la desconfianza se incrementó. Muchos son los que piensan que no quedan políticos serios y eficientes, y es un reto para la democracia y el desarrollo hacerlo que cambien de parecer. La marca Abel Martínez es una opción indicada para que renazca la confianza.

Pat Mesiti acota que “hoy más que nunca, las promesas incumplidas y cualquier indicio de no ser digno de confianza, son causa de enojo entre la gente. Es de esperarse que funcionarios gubernamentales, así como aquellos que ocupan puestos de autoridad en nuestro vasto territorio sean personas dignas de credibilidad. Pero la pregunta es, ¿será posible hallarlas?” (20)

Stephen Covey y Rebecca Merrill en el libro La velocidad de la confianza –El valor que lo cambia todo- dicen que la confianza “es un activo pragmático, tangible y activable que puede crearse mucho más rápido de lo que tal vez se cree.” Abel Martínez transmite la confianza con facilidad y velocidad. Le es fácil, porque solo tiene que relatar su pasado, sus experiencias en el ejercicio de gerente y líder.

El alcalde de Santiago y candidato presidencial del PLD cada día es más diestro y adquiere más capacidad para transmitir confianza. La confianza que irradia depende mucho de su carácter, integridad y competencia.

En la confianza están, en parte, las razones de triunfo en 20 procesos consecutivos: primarias, elecciones y votación en el bloque de diputados para escoger el candidato a presidir la Cámara Baja.

Patt Mesiti en su libro Actitudes y altitudes -la dinámica del liderazgo del siglo XXI- razona que “un líder digno de confianza siempre logrará más y hará más que aquel que simplemente tiene carisma.”

La confianza depositada en Abel Martínez es en parte, porque ha tenido un buen desempeño. Quienes los han elegido y dado su voto en 20 procesos de elección no sienten decepción, al contrario, sienten satisfacción. El líder confiable, razona John Baldoni en su libro Sé un líder modelo, “representa bien su papel. Se enmarca en un tipo de liderazgo que con facilidad hace que las metas se hagan realidad.”  

Abel Martínez no anda con rodeos, ni apela a tecnicismos para tomar las decisiones que considera correctas y necesarias. Sabe establecer una dirección correcta. Identifica las necesidades y de inmediato camina, empuja, impulsa y estimula hacia el objetivo o meta concreta de solución.