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El liderazgo del futuro deberá ser escultor de la felicidad, es la tesis que plantea en este ensayo el consultor Belarminio Ramirez Morillo, autor del libro El Liderazgo Paradigma de la Democracia Post Covid-19, disponible versión digital en Kindle Amazon, precio 9.99 dólares.

El liderazgo post COVID-19 deberá ser un escultor de la felicidad. Contribuir a que las gentes sean felices debe ser su primera prioridad. Lograrlo requiere de reducir las preocupaciones. Para reducir las preocupaciones debemos aprender a conformarnos con menos.

El coronavirus deja a un mundo estresado, agotado y con un déficit de felicidad. Lograr que la gente vuelva a sonreír tomará mucho tiempo. Lograr que desde septiembre las personas comiencen a planificar y gozar las fiestas navidades tomará tiempo.

Es importante entender la nueva realidad, pero también aceptarla. Trabajar en el cambio de vida, pero consciente de que no todas las cosas marchan al ritmo que uno desea. El liderazgo debe tener metas, pero también estimular a las personas a que se tracen metas.

Adaptarse a las condiciones de la nueva vida, es algo que será complicado y traumático para un alto porcentaje de la población. Las personas que tienen dependientes deben reinventarse y lograr responsabilidad adaptativa. Tengo que echar mi familia hacia adelante, y eso no lo logro con llantos y lamentaciones.

La responsabilidad adaptativa, razona Walter Riso, implica aceptar el error o la falta, buscar la reparación del daño y actuar con empatía y preocupación honesta hacia el damnificado. La reparación en la responsabilidad adaptativa… es involucrarse con compasión y solidaridad.

Las personas necesitan un camino que se identifica fácil escogiendo la meta de vida. ¿Qué es lo que quiero? ¿Qué debo hacer para alcanzarlo? Son dos interrogantes que cada persona con uso de razón debe hacerse.

Es importante educar a los niños para construyan sus metas sin partir de la herencia que puedan recibir de sus ancestros. ¿Qué puedo hacer con mi vida? ¿Qué puedo lograr por mí mismo? Los padres deben reflexionar con sus hijos, pero respetando sus metas. Si pueden contribuir a que los hijos alcancen sus metas, pues dele un empujón. Entienda que las cosas valen no por su valor material, sino por la etapa de la vida en que se consiguen.

La misión del líder es reducir ese ciclo de tránsito en el ser humano. Consciente, como argumenta Alberto Zuazua que la expectativa es una suposición centrada en el futuro y pensar en el futuro puede ser placentero en sí mismo, ya que imaginar futuros felices puede hacernos sentir felices. De manera que la forma en que la gente construye y valora sus metas personales puede influir en su satisfacción en la vida.

El líder debe buscar la forma de que las gentes se sientan felices. En las escuelas los maestros deben hacer todo el esfuerzo humanamente posible que irradiar felicidad en los alumnos. En ese propósito deben cuidar y abonar la ecología emocional de los muchachos. Digo líderes y maestros, porque las mayorías de los padres y madres estarán atascados en la presión de la crisis y la incapacidad para criar sus familias con mejores niveles de vidas.

En tanto, el rol del líder siendo escultor de la felicidad llega a los adultos, y el rol de los maestros siendo escultor de felicidad en los estudiantes irradia a los padres. Sentirse feliz, razona Zuazua, es una emoción y estimar que la felicidad es posible o que nuestra vida es feliz es un juicio, una convicción subjetiva y personal. La felicidad esta indisociablemente unida a nuestra visión del mundo, nuestros valores, nuestras creencias, factores en los cuales existe una relación.

El coronavirus ha sembrado en la mente humana una cultura de miedo. Urge buscar la felicidad como estrategia y alternativa para superar el miedo.

En el diplomado en Marketing Político, Comunicación Persuasiva y Campañas Electorales que imparto a líderes dominicanos viven en Estados Unidos, Europa y otros países del mundo, al finalizar la cátedra Rol del marketing político en el limbo emocional post COVID-19, un alumno me preguntó, profesor y de cuales recursos deben disponer los lideres frente a estos grandes retos. Mi respuesta fue: La intención.

Solo se logra y se cambia algo cuando hay el interés. Dyer razona que si pudieras meterte en la sensación de la fuerza de la intención notarias que aumenta continuamente y que confía en si misma porque es una fuerza formativa tan infalible que nunca falla. 

El líder debe buscar su felicidad personal centrada en la felicidad de los demás. Esa debe ser su intención. Ahí debe estar enfocado su mensaje y su vida. Su rendición de cuentas debe ser un informe de la satisfacción que siente por haber hecho felices a las gentes. Su discurso de campaña debe estar calibrado en ese sentimiento: Quiero ser tal cosa para desde ahí trabajar en busca de felicidad, bienestar y desarrollo de mis gentes.