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Antes de salir al terreno y ponernos en la escena buscando que las personas nos escuchen, nos sigan, respalden nuestra causa o formen parte de nuestra organización, debemos hacernos una serie de preguntas, y de las respuestas a las mismas, dependerá que obtengamos el poder empático de influir para persuadir.

·        ¿Para qué quiero ser líder?

·        ¿Para qué quiero ser presidente?

·        ¿Para qué quiero ser legislador?

·        ¿Para qué quiero ser alcalde?

·        ¿Para qué quiero ser concejal?

·        ¿Para qué quiero ser dirigente comunitario?

·        ¿Para qué quiero ser líder religioso?

·        ¿Para qué quiero ser dirigente profesional?

·        ¿Para qué quiero ser líder deportivo?

·        ¿Para qué quiero ser líder sindical?

·        ¿Para qué quiero ser líder empresarial?

Sea usted mismo. Así comienza ganando confianza y respeto. Construya las respuestas con las ideas, pensamientos, emociones y sentimientos que tiene en su interior.

Al responder las anteriores interrogantes, usted se está convirtiendo en optimista y visionario, está construyendo sueños y esperanzas, está aquilatando sus valores. Actúe como un espíritu libre. Estas respuestas ponen a funcionar tu mente y evitan que se oxide tu cerebro y tu corazón.

Las respuestas te dotarán de mensajes honestos que tenderán un puente hacia la confianza y la credibilidad. El ejercicio servirá tanto para ser creativo conceptual, como para poner en evidencia el ego.

En caso de que las reflexiones pongan en evidencia que el producto tiene excesos de orgullo, amor propio y confianza en sí mismo, es el momento de iniciar el cambio de pensar que se traducirá en cambio en la forma de actuar, y que les hará un ser humano persuasivo y empático con mejores destrezas.

Las palabras cuando van en armonía con los sentimientos que llevamos dentro, son muy poderosas. Ese es el poder que usted necesita para persuadir, atraer, conectar y encantar. A veces, como señalan Jaume Soler y Mercé Conangla, en su libro Ecología Emocional –El arte de vivir vidas emocionalmente armónicas y sostenibles– no somos suficientemente conscientes del poder que las palabras tienen para construir una identidad. Pueden ayudarnos a crecer o pueden ser obstáculos para saltar, pueden ser miel o pueden ser armas; pueden ser dardos que se clavan o puentes que unen. Tanto es su poder que es preciso conocer su funcionamiento y significado.

El éxito se logra, el triunfo se consigue, cuando usted alcanza una comunicación de calidad. La comunicación, tanto verbal como no verbal, es la que nos permite expresar nuestra particular visión, y al mismo tiempo, compartir las experiencias de nuestra vida.

Empero, como razona Antonio Coque en su libro Inteligencia verbal –Defensa verbal & Persuasión– “Si nuestra imagen es ética, moral, honesta, profesional, creíble y justa; es la perfecta forma de persuasión que invita a los demás al respeto real a la imagen que proyectas y los estímulos a cumplir con sus obligaciones ante tu presencia porque creen en ti. En una situación profesional, la presencia, vista y sentida por los demás, es tu arma más poderosa”.  

Percibo que las personas cada día adquieren más conciencia del liderazgo que quieren, pero los liderazgos no se han enfocado en pensar en los seguidores que desean. Las personas se hacen más diestras en leer los sentimientos y emociones de los líderes, perciben la autenticidad de estos, se dan cuenta cuando hablan la verdad y cuando mienten. El liderazgo que quiera ser empático deberá hacer lo mismo: “ponerse en las personas”.

En la creación de los partidos y las organizaciones, entran todas las personas sin utilizar filtros. Hay políticos con un discurso anticorrupción y antinarcotráfico, más, sin embargo, cuando sus organizaciones reciben personas que pertenecen a esas categorías, lo acogen y lo cortejan. Es como si los corruptos y narcotraficantes fueran malos solo cuando están apoyando al adversario.

El liderazgo futuro para ser confiable y creíble deberá confiar en sí mismo y crear equipos con personas correctas. Es que, como plantea Bernardo Stamateas en su libro Gente Tóxica –Cómo tratar con las personas que te complican la vida–, “Si tienes claro tu propósito y tus sueños podrás tener el control de tus emociones y de decidir a quienes quieres elegir para que te acompañen. El problema surge cuando decidimos quién nos acompañará mucho antes de tener claro a dónde queremos llegar”. 

Es importante que el líder entienda que el desempeño eficaz y alcance de la excelencia, requiere estar rodeado de personas fáciles mezcladas con personas difíciles. Una de las vulnerabilidades del liderazgo político de estos tiempos, unos más que otros, ha descansado en que prefieren estar rodeados de gente fáciles de tratar y manejar, colaboradores que piensen poco, y que lo poco que piensen sea para descifrar lo que sus líderes quieren escuchar. Por eso cuando se ven empantanados no tienen a su alrededor colaboradores que les arrojen luces y les ayuden a ver el camino.