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El triunfo de Luiz Ignácio Lula Da Silva en las elecciones brasileñas del 30 octubre 2022, es uno de los episodios políticos-electorales más impresionantes que ha vivido América Latina en el siglo XXI.

Salió del gobierno el 1 de enero del 2011, entregando la banda presidencial a Dilma Rousseff, quien no pudo terminar el segundo periodo de gobierno por un proceso judicial que puso al desnudo la operación de corrupción más grande que se haya conocido en la región, bautizada como caso Odebrecht.

Lula Da Silva fue enjuiciado, perseguido, encarcelado y sentenciado, pero en ningún momento su liderazgo tocó suelo, porque en sus ocho años de gobierno, hizo de Brasil una de las economías más poderosa del mundo.

El gobierno de Lula sacó a docenas de millones de gentes de la pobreza, la marginalidad y exclusión. Implementó un modelo de Economía que se tradujo en desarrollo integral: se redujeron los pobres, creció la clase media y los ricos se hicieron más ricos.

Lula es el líder de América Latina

El 01 de enero del 2023, Lula Da Silva asumirá la presidencia de Brasil, en su tercera ocasión, pero es, desde ya, el líder político modelo y paradigma de América Latina.

Lula es una esperanza de que vuelva el Estado de Bienestar. En sus dos primeros gobiernos, impactó en varios países del continente, hasta el punto de que sus amigos y apadrinados, fueron ganadores de los procesos electorales. Están los casos de República Dominicana, Chile, Argentina, Venezuela, Nicaragua, Honduras y Ecuador, entre otros.  

Los programas sociales y políticas económicas implementadas por Lula en Brasil fueron exportadas a varios países de América Latina.

Brasil es otra economía y otra sociedad

Lula Da Silva asumirá la presidencia de un Brasil muy diferente al que dejó en 2011. Es un nuevo contexto social, económico, cultural, internacional y político. Eso no significa que no podrá aplicar la misma receta: tendrá que reinventarse.

Además, encuentra un Brasil dividido. La campaña electoral fue pobre y mala en los argumentos. No hubo relatos. Estuvo calibrada en la denostación y ataques personales.

Por tanto, su primer gran reto es concertar con la derecha que tiene mayoría en las cámaras legislativas y gobernadores.

En este tercer periodo, Lula estará atado, tendrá contrapesos en el desempeño del poder. Por consiguiente, no podrá apostar al populismo.

Lula tiene el gran reto de ser presidente de todos los brasileños y buscar la confianza y aprobación del universo social.

Son altas las expectativas

Quienes votaron por Lula tienen altas expectativas de que reducirá la pobreza, la exclusión y la marginalidad social.

Eso no podrá conseguirlo de la noche a la mañana, y la conducta del votante de hoy se caracteriza por la impaciencia.

Antes del 01 de enero del 2023, Lula deberá desmontar expectativas. Explicarle a la población la dimensión de la crisis. Levantar la Economía de Brasil, inclusive requiere más de un periodo de gobierno: 4 años es muy poco.

Lula deberá pedir tiempo, implorar paciencia, pero sin matar los sueños y esperanzas, porque su triunfo tiene un déficit de legitimidad.

Lula comienza con precaria legitimidad

Lula fue electo presidente de Brasil sólo con el voto de la tercera parte. De 156.4 millones de electores, sólo 124 millones ejercieron el sufragio. O sea que 32.4 millones de brasileños se abstuvieron de votar.

De los 124 millones que votaron, Lula obtuvo 60 millones y Bolsonaro 58 millones. O sea que los votos de Jair

Bolsonaro sumados a los abstencionistas dan la dos tercera parte: 90 millones que no votaron por Lula Da Silva.  

Esa es la legitimidad fruto de la participación y expresión del voto.

Ahora, Lula tiene el reto grande, desde la transición, de ganarse la aprobación y confianza del porcentaje más alto posible de brasileños.

Su naturaleza humilde puede ayudarle.

” No voy al gobierno, ni a perseguir, ni a maltratar a quienes fueron mis verdugos, ni a vengarme”.

” Voy a gobernar para el bien de todos”.

Ese deberá ser el mensaje central en la transición y la filosofía de la gobernanza.