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Se construye una intensa ola de pensamiento en la sociedad dominicana de que los organismos internacionales (ONU y OEA) no tienen el propósito de incidir en la solución de la crisis en Haití, porque mientras más insostenible es la vida de esa Nación, mayor es el tránsito de sus nacionales hacia territorio dominicano.

Cualquier persona en su sano juicio se pregunta ¿Cómo es posible que permitieran al pandillero Jimmy Cherizier, alias Barbecue, mantener secuestrado el puerto haitiano por más de dos meses para que la población padeciera hambre y muerte por ausencia de combustible?

La explicación es una sola. El propósito de no impedirlo era agudizar crisis de hambruna y enfermedad en Haití para que se decidieran a cruzar la frontera dominicana sin importar las consecuencias.

Para emigrar de forma irregular a otros países, los haitianos necesitan de una importante suma de dinero, pero, para llegar a la República Dominicana, solo necesitan cruzar la frontera, y es lo que hacen en el día a día con un saco o una funda de ropa sobre sus espaldas.

Cada día es mayor el porcentaje de dominicanos que está convencido de que los organismos internacionales, ni las grandes potencias, tienen del propósito de influir para resolver la crisis en Haití.

Ahora se agrega el componente de una ola de pensamiento social que percibe al gobierno de la República Dominicana, el de Luis Abinader y el PRM, como un aliado estratégico del plan anti nacional.

El único gobierno que fue capaz de desoír las pretensiones de los organismos internacionales para que República Dominicana facilitara acceso de los haitianos y le diera el statu legal fue el de Joaquín Balaguer. Sus sucesores: Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina, por múltiples razones no actuaron con la determinación y carácter que lo hizo Balaguer para cuidar los intereses patrios y la seguridad nacional.

El presidente Luis Abinader ha jugado al populismo con el tema haitiano. Ha dado declaraciones para buscar el aplauso popular, pero su conducta es de indiferencia ante el ingreso y paseo masivos de los haitianos por todo el territorio dominicano.

La Dirección General de Migración no deporta a los haitianos, mientras siguen cruzando en masas y los hospitales siguen llenos de parturientas haitianas indocumentadas. Es obvio que existe un negocio para traer a esas mujeres a parir a la República Dominicana. Eso es vox populi, pero la práctica no se detiene, mejor se incrementa ante la ausencia de interés y control gubernamental.

Asumir una posición firme de defensa a los intereses de República Dominicana frente a la crisis haitiana y las pretensiones de fusión, es algo que no se debe esperar del gobierno de Luis Abinader y el PRM, por razones varias.

Lo primero es que el presidente Luis Abinader está en los brazos de los Estados Unidos. El gobierno dominicano no está en condiciones, ni en capacidad de desafiar, ni desoír un pedido o presión del gobierno de los Estados Unidos.

Lo segundo es que el presidente Luis Abinader es un tipo de liderazgo que por su origen y naturaleza no se atrevería a desafiar el interés internacional, como lo hizo Joaquín Balaguer, actitud que condujo a que le quitaran dos años de su último gobierno.

En la medida en que vaya creciendo el porcentaje de la población que pierde la fe y la confianza en que el presidente Luis Abinader y su gobierno harán algo para evitar que República Dominicana siga siendo invadida por una masa humana que no está en capacidad de asimilar, entre los dominicanos irá tomando intensidad el discurso de defensa a la Patria y entre los haitianos el sentimiento de odio hacia los dominicanos.

La dinámica y perspectiva anterior solo conduce a una guerra entre dominicanos y haitianos. Los actores envueltos en el proceso y que debieran contribuir a la solución, saben que ese es el camino que se transita.

En vista de que el gobierno dominicano está invalidado para blindar el territorio dominicano y ser guardián de los intereses de la Patria, entonces comienzan a organizarse movimientos y grupos en República Dominicana que pronto actuarán al margen de las orientaciones de los partidos políticos, porque frente a este problema, la República Dominicana carece de partidos y de liderazgos.

Con respecto al problema de Haití, el pueblo dominicano ha quedado huérfano de autoridad y de sus entrañas saldrán sus defensores y protectores.

He dicho.