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La democracia dominicana tiene un desbalance por ausencia de un liderazgo político con un discurso y una conducta de izquierda que ponga a las gentes a soñar con una vida mejor, con una economía más incluyente, con un Estado de Bienestar de más alcance, con un Estado más institucionalizado.

Es debilidad de la democracia carecer de partidos políticos y líderes con discursos y conductas de izquierda. Cuando todo se vuelve conservador, hay déficit de sueños y esperanzas. Ausencia rivalidad izquierda/derecha empobrece y estanca, produce cansancio y desinterés de la juventud y los profesionales en la política.

La clase política ha tenido ascensos sociales y económicos. El conservadurismo supedita la política al dinero. Sin ser político se tiene éxito en política. No es necesario el compromiso democrático y social para avanzar. La prioridad de la clase política dominicana es mantener los privilegios: la gente lo sabe.

La sociedad dominicana urge de un liderazgo de izquierda que produzca un balance y estimule juventud a soñar y actuar. Es necesario emerja un liderazgo joven y capaz con una visión y perspectiva transformadora parecido al modelo representó Leonel Fernández para 1996.

La democracia, el orden sociocultural y modelo económico deben ser primero repensados y luego rediseñados. El tipo de política se está haciendo en República Dominicana no calibra con ese desafío. El liderazgo debe ser menos farandulero y más profundo en el análisis y exposición de la visión de futuro procura compartir con la sociedad para mover y activar a las gentes a la participación.

El sistema de doble vuelta electoral que estimula a las alianzas para ganar en el nivel presidencial ha hecho que los partidos de izquierdas se conviertan en organizaciones de derecha desde que reciben una cuota de poder.

Hubo izquierda/derecha en República Dominicana en los doce años del caudillo Joaquín Balaguer (1966/1978). La izquierda en la teoría gobernó ocho años con los gobiernos de Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco del Partido Revolucionario Dominicano (1978/1986).

La gran verdad es que Joaquín Balaguer, un cortesano de la dictadura de Trujillo y representante legítimo del statu quo los poderes facticos, con un discurso conservador, en los hechos fue más de izquierda que Antonio Guzmán y Salvador Jorge Blanco.

La reforma Agraria la hizo Joaquín Balaguer y gobiernos del PRD 1978/1986 no se interesaron en acelerarla. Los gobiernos del PRD sólo pueden exhibir avances en las libertades públicas.

El doctor Leonel Fernández, Hipólito Mejía y Danilo Medina fueron más conservadores que liberales, más de derecha que de izquierda, a pesar de ser descendientes políticos del profesor Juan Bosch.

Luis Abinader está haciendo el gobierno más conservador de todos los tiempos de la historia dominicana. El conservadurismo de Abinader no sorprende porque es un empresario de alta alcurnia y su gobierno es que mejor representa los intereses de la burguesía, tanto en la integración del gabinete, como en las políticas que implementa.

Abel Martínez, candidato del PLD, es conservador, como también, David Collado, sucesor mejor posicionado de Luis Abinader en el PRM.

La política gira hacia la izquierda en varios países de América Latina, pero en República Dominicana tiene un solo camino: la derecha conservadora.

El gobierno de Juan Bosch (1963) cayó porque se inclinó hacia la izquierda más allá de lo que podía soportar la sociedad. De haber retornado al poder en 1990, Bosch haría nuevamente un gobierno de izquierda, sin importar el desenlace, y por eso los sectores de poder económico y foráneo, no le permitieron retornar.

De haber llegado al poder en 1994 o 1996, el doctor José Francisco Peña Gómez, habría hecho un gobierno de derecha. Aunque su discurso estaba cargado de socialismo democrático, en los hechos, Peña Gómez estaba en los brazos de la alta burguesía.

Si el liderazgo sigue en brazos de comunicadores denotan o valoran dependiendo de la plata que reciben pronto el sistema pasará de mal a peor. El liderazgo debe tomar del conocimiento que aportan los científicos sociales. Urge una visión posible de cambios socioculturales, institucionales, políticos y económicos profundos.