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En el primer año de gestión el gobierno de Luis Abinader y el PRM, no han recibido presión de los partidos de oposición.

La pandemia del coronavirus ha creado una crisis económica y un deterioro en el nivel de vida de la población, que, condiciona a que la oposición tenga un rol pasivo frente a las ejecutorias del gobierno.

Lo extraño es que sea el gobierno de Luis Abinader el que haya embestido a la oposición durante el primer año de gestión, en vez de buscar su apoyo para la gobernanza.

Por un lado, el oficialismo en vez de buscar el consenso con la oposición para enfrentar la crisis sanitaria y la parálisis económica, optó por humillar a los partidos quitándoles el 50 por ciento del financiamiento o asistencia económica que le corresponde del Estado, con la estrategia encubierta de paralizarlos.

Por otro lado, desde el palacio presidencial han montado una persecución cruel, violadora del debido proceso, en contra de funcionarios del pasado gobierno con un matiz claramente político.

Este gobierno ha tenido más críticas de sectores disgustados del propio PRM y de la sociedad civil que de los partidos de la oposición, el cual les han facilitado gobernar durante el primer año en Estado de Emergencia.

La división del PLD facilitó el triunfo del PRM. Aunque no debemos soslayar que  había un cansancio de la población para con el PLD que impuso un nuevo récord de permanecer 16 años consecutivos en el poder.

La unidad del PLD se mantuvo en el 2016 bajo unos criterios que también erosionaban a la organización.

El profesor Leonel Fernández veía al PLD como un instrumento para su proyecto presidencial y desde la presidencia del partido impedía la renovación. Ese era otro problema, puesto que también se resistía a la renovación de las candidaturas congresionales y municipales.

Leonel, en ciertas medidas, le sirvió el poder en bandeja de plata a Luis Abinader, a cambio de que este desde el gobierno le sirviera el PLD.

El liderazgo del PLD se ha manejado con sabiduría, en vez de enfocarse en hacer oposición fuerte y firme al gobierno, se enfocaron en reestructurar el partido, proceso que han culminado con eficacia.

Por otro lado, el gobierno no ha podido cumplirle a la Fuerza del Pueblo, ya que exigen más de lo que el PRM puede darle.

La FP ha visto tronchada sus expectativas de desplazar al PLD como partido de oposición. Inclusive tiene el problema de que sus dirigentes que permanecían en la Administración pública en el gobierno del PLD, han sido cancelados por su aliado.

En la perspectiva hacia las elecciones del 2024, lo que se ve venir es una alianza PLD-FP-PRD-PRSC para sacar del poder al PRM, un partido que se comporta cómo si el Estado no fuera suficiente para satisfacer los espacios demandan sus dirigentes.

El silencio de Danilo Medina y de los liderazgos del PRD y PRSC, es una pausa prudente, debido a la crisis que sucude a la Nación.