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La entrevista profunda hecha al equipo de la campaña electoral, amigos y familiares del candidato, en vista de que casi todas las preguntas son abiertas, nos permite identificar el potenciar de ideas sobre el liderazgo y el proyecto que tienen las personas que están en su círculo íntimo y en los puestos claves: organización, electoral, comunicación, finanzas, frentes de masas, investigación y estrategias.

Tengamos presente que las personas capaces y con deseos de dedicar su tiempo a una campaña electoral, son escasas. Por tanto, debemos ser agiles en reconocerlos, y de inmediato motivarlos para que no piensen en otro producto, ni en otra organización.

El consultor de marketing o pensador estratega que elabora los cuestionarios tanto para los colaboradores como para el candidato, así como para las entrevistas profundas en general, debe ser creativo en la manera de preguntar, ya que como acota Gavilán, “la única forma de aprender lo que no sabes o lo que te interesa es hacer preguntas y escuchando las respuestas”.

El cuestionario no debe ser el mismo para todos los candidatos, ni para los equipos de colaboradores. Es importante hacer preguntas en síntesis que conduzcan a la esencia de las cosas.

Tanto el candidato como los técnicos y dirigentes que diseñan y dirigen la campaña electoral, deben desarrollar destrezas para reconocer y valorar la capacidad de las personas. Así podemos seleccionar a las personas idóneas para dirigir las direcciones, departamentos y unidades.

Empero, en una campaña electoral, reclutar y mantener entusiasmadas a las personas capaces, es una de las tareas más importantes. Debemos prepararnos para vender un producto y a la vez cultivar liderazgos. La clave está en crear el ambiente para atraer a los líderes sociales, comunitarios, religiosos, empresariales y profesionales, en potencia. De ese modo, fortalecemos la organización de la campaña, fortalecemos al partido que postula al producto, y fortalecemos a la democracia.

Es importante conocer el perfil motivacional del candidato y de los dirigentes más importantes de la organización.

Hay que identificar las motivaciones más predominantes de primer y segundo nivel, y sobre todo aquellas compartidas por todos los miembros de la organización.

Al conocer las motivaciones podemos contribuir de manera más eficaz a que los seguidores se encaminen sus actuaciones por la ruta o visión del liderazgo.

Identificar las motivaciones y las expectativas, nos orienta para encontrar los valores, visión y misión de la organización, y de ese modo podemos convertir a todos los integrantes en portavoces sincronizados para comunicar lo que conviene decir, y lo que las personas desean escuchar.

Conocer mentes y corazón de los seguidores nos ayuda a que el producto candidato pueda transitar el camino hacia el liderazgo. Como líder, aconseja Daft, “cultive sus habilidades para tratar con las personas y así evitar la pérdida de su trayectoria como ejecutivo. Trata a la gente con amabilidad y respeto. Muestre verdadero interés y preocupación para ganarse la confianza de sus seguidores. No traicione la confianza que otros han depositado en usted. Para no caer en exceso administrativo, escoja a buenos seguidores, delegue y forme un equipo”.

En los tiempos en que vivimos las campañas electorales deben ser basadas más en las expectativas y deseos de los votantes que en los puntos de vistas de los candidatos.

En tal sentido, no debemos tratar de cambiar la forma de pensar de los electores. Debemos enseñarle al dirigente ha enfatizar en las necesidades, deseos y expectativas de los segmentos del mercado, tratando de que la campaña sea un escenario y ambiente de discusión y exposición de lo que las personas buscan.

Llevar el proceso de campaña en la dinámica del diálogo enriquecedor, facilita que el producto candidato se convierta en líder.

En el desarrollo de la campaña electoral, debemos evitar las calumnias, peleas, chismes e intrigas, teniendo en cuenta que todo cuanto se dice y se hace cuenta, ya

que como razona Barquero, “de usted depende ser mejor o peor líder, quien siembra bondad recoge bondad, quien siembra marea recoge tempestades”.

Lograr una comunicación eficaz en el desarrollo de una campaña electoral, requiere que, desde el inicio mismo del proceso, seamos capaces de elaborar un hilo conductor de los diálogos basado en los motivos, valores y razones en torno a la importancia y motivación que despierta la candidatura, y que tienen en común, tanto el liderazgo como los colaboradores. La sinergia y el compromiso se fortalecen más en la medida en que producto y colaboradores comparten deseos y expectativas.

La danza en la acción se logra cuando están de acuerdo en que trabajan y luchan por los mismos propósitos. Por tanto, reflexiona Alonso Puig, “conocer los deseos más intensos de otras personas nos sirve para entender aquellas necesidades que a lo mejor están en ellos menos cubiertas”.

En tal sentido, la preparación del candidato y colaboradores de la campaña electoral, para llevar a cabo una acertada persuasión, debe ser un proceso permanente.

En el pasado la evaluación del producto partía del entendimiento y eficaz comunicación de los fundamentos y doctrinas políticas que servían de sombrilla ideológica conceptual a los partidos políticos. En el presente, la preparación debe partir escarbando los por qué y para qué de la aspiración y la elección.

Debemos hacer de la campaña electoral un proceso parecido a una empresa en que tenga espacio el pensamiento creador.