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La crisis del coronavirus produce emocional, ha sumergido a un porcentaje importante de la población en un limbo emocional.

En estos tiempos de COVID-19 los liderazgos con la escucha empática desarrollada concitan empatía más fácil, con menos esfuerzos y en menos tiempos, que los liderazgos con el habla empática desarrollada.

En materia de comunicación eficaz, lo idóneo es un liderazgo con el habla y la escucha empática desarrolladas, pero que entienda que, en estos tiempos de crisis, ayuda más escuchar con interés, atención y generosidad, que hablar con elocuencia y altruismo.

Una gestión de gobierno que concite niveles altos de aprobación y un liderazgo que coseche niveles altos de empatía, ambas dependen de una estrategia bien elaborada partiendo de que entendamos que Internet, redes, tele cable y otras variables tecnológicas y comunicacionales, han conducido a un nuevo perfil psicológico social.

En el pasado, la regla de juego era mantener a los liderazgos en pedestales de grandeza, acercándolo cada cierto tiempo a las masas. Se recurrían a diversas técnicas persuasivas para que la gente mantuviera su mente y su corazón puesta en el líder.

En el presente, la regla de juego es mantener a los líderes puestos en la gente. Por eso, los liderazgos que están llegando a cima son aquellos dados a comunicar en tiempo real sin muchos protocolos ni formalismos.

La escucha interactiva difundida en la televisión y las redes sociales es la alternativa más rápida y eficaz para forjar liderazgos empáticos.

Desarrollar el arte y las destrezas de la escucha activa-participativa es la vía para garantizar que la conversación se acomode a los propósitos del interlocutor.

Cuando se trata de diálogos con representantes de sectores y nichos sociales, la conversación se acomoda a los intereses de la sociedad.

Daniel Golemanpuntualiza en su libro Focus -Desarrollar la atención para alcanzar la empatía-, que, para que los líderes obtengan buenos resultados deben desarrollar tres tipos de foco: El foco interno, el foco externo y el foco en los demás.

  • el foco interno nos ayuda a conectar con nuestras intuiciones y con los valores que nos guían, favoreciendo el proceso de toma de decisiones;
  • el foco externo nos ayuda a navegar por el mundo que nos rodea; y, por último
  • el foco en los demás mejora nuestra vida de relación.

Goleman aduce que “el líder desconectado de su mundo interno carece de timón; el indiferente a los sistemas mayores en los que se mueve está perdido; y el inconsciente ante el mundo interpersonal está ciego”.

El punto está en que el desarrollo de los pueblos y la felicidad colectiva, dependen mucho de que las naciones estén orientadas y guiadas por liderazgos con esos focos mentales equilibrados.

En el futuro será más difícil sobresalir y destacarse que como lo fue en el pasado, y como lo es en el presente. Habrá más personas competentes luchando por los mismos espacios. Por tanto, triunfarán los más enérgicos gladiadores.

En el futuro las personas tomarán más en cuenta cómo el líder ha logrado los éxitos que los éxitos logrados. El cómo lograron el éxito, el cómo hicieron tal cosa, serán más importantes que el éxito mismo y que el hecho consumado.

Por tanto, el escenario en medio de la pandemia del coronavirus es más fértil para liderazgos socialmente conectados, que utilicen la magia del internet y las redes para escuchar y compartir con las gentes.

Los líderes que se duerman ahora y que no utilicen las tecnologías de la información y la comunicación a su favor, no tendrán mañana.