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La clave del éxito muchas veces está en identificar temprano las intenciones y los valores compartidos de los integrantes de la campaña, los directivos del partido político y la candidatura.

La campaña electoral marcha mejor en la medida en que el candidato y los miembros de su gabinete o estructura de campaña, tienen motivaciones parecidas. Esta vinculación es lo que abona estados emocionales para la empatía.

Una vez los valores compartidos son identificados resulta fácil sincronizarlos y cohesionar al equipo de campaña con la consecución de las metas y propósitos. Es alto el clima de confianza. La acción es bien enfocada, y, por tanto, certera. Hay menos espacios para los errores. Así logramos que la comunicación sea coherente y que la campaña electoral como organización tenga un alto desempeño.

Al identificar las intenciones y valores compartidos de los miembros de la campaña, entonces estamos listos para iniciar un proceso inspiración y motivación que empuje al crecimiento del liderazgo tomando como fuerza las energías que hay dentro de cada uno de los integrantes.

El proceso hace que la confianza mutua se fomente, y como señalan Kouzes y Posner, “trabajar con líderes creíbles fomenta la eficacia y la confianza propias. Los líderes toman medidas y generan condiciones que refuerzan la autoestima de sus poderdantes”.

Identificar los por qué y para qué sirve para trabajar el perfil del candidato y acercarlo al perfil del candidato ideal.

Alimentar la organización con los valores y expectativas compartidas garantiza el rendimiento.

El éxito de la comunicación persuasiva dependerá mucho de que seamos capaces de implementar un modelo de comunicación humilde.

Obtenemos las informaciones que necesitamos del mercado electoral y de los diversos segmentos, sectores y nichos, así como de los grupos organizados en la campaña electoral, cuando aplicamos el arte de preguntar con humildad.

Empero, a las personas que ejercen la humildad optativa, o sea que solo son humilde con los demás arriba, mientras son frecuentes en humillar a los demás abajo, debemos prestarle mucha atención en el proceso de la campaña electoral.

Las personas que practican la humildad optativa son malas y peligrosas, no son sinceras. Cuando están al lado de los líderes se comportan como ángeles educados y bondadosos, y desde que estos dan la espalda, aflora el demonio que tienen en su interior.

Aconsejamos incluir la comunicación humilde: el diálogo humilde, la escucha activa empática y las técnicas para preguntar y escuchar con humildad.

Es importante, cada cierto tiempo, hacer talleres de comunicación, en que participen los directivos y coordinadores de la campaña electoral.

No sea solo un candidato. Conviértase en un liderazgo motivacional. Las mayorías de los candidatos son egoístas, parten del criterio de que ellos por sus poderes y virtudes están destinados para recibir el apoyo de los demás.

El liderazgo motivacional es el más necesario en los tiempos en que vivimos, es el que hace mejores aportes a la humanidad.

La humanidad debe transitar de un modelo liderazgo que se apoya en estructuras de dirigentes en función de su capacidad para hacer favores, a un modelo de liderazgo motor en estímulos, creatividad y emprendedurismo para empujar a las personas a que se desarrollen.

En la medida en que el Estado Social y Democrático de Derecho se consolide, el liderazgo motivacional ganará terreno.

Xavier Soler puntualiza que “los líderes más buscados son capaces de desvelar y, después, aglutinar las motivaciones de los demás alrededor de un proyecto establecido y compartido por el mayor número posible de personas. Este estilo de liderazgo innovador confiere una legitimidad y una gran fuerza de arrastre. La puesta en común sincera que tiene en cuenta las motivaciones compartidas es uno de los factores habitualmente olvidados de un gran número de agentes de decisión”.

Los por qué y para qué de la candidatura, familiares, amigos y colaboradores, nos facilitan iniciar el proceso persuasivo de campaña electoral con argumentos compartidos, por el entorno. Esa es la primera estrategia para poner el producto en sus colaboradores e inspirarlos de modo tal que entren sin reservas en la acción en procura de alcanzar los objetivos trazados.

Esta técnica nos ayuda a ser certeros en escoger una visión compartida que sirva para darle orientación y sentido a la campaña. Sirve de norte y guía para que venzamos los obstáculos que se presenten en el proceso.

Al preparar la visión, debemos tener en cuenta el enfoque de Alonso Puig: “Una visión es el resultado de conectar con algo mayor que uno mismo. Una visión inspira y mueve a las personas, aumentando verdaderamente la expresión de su potencial”.

Es importante que la organización, el liderazgo, la institución o el gobierno, cuenten con personas que se conviertan en guardianes de la imagen.

En mi experiencia me he dado cuenta de que las mayorías de las personas que se involucran en la política y en los gobiernos se enfocan en sus metas y propósitos particulares, y las instituciones y los líderes corren el riesgo de quedar en la orfandad.