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El presidente Luis Abinader erró al tomar decisiones apoyado en climas de opinión pública. El gobernante pensó que influencers eran sus aliados. Lo estimularon a perseguir al PLD y ahora pretenden escogerle el gabinete. 

#luisabinader debió sopesar antes de tirarle a los lobos a Lisandro Macarrulla y Roberto Furcal.

El primero fue el Director de Finanzas de su campaña y puente con los sectores empresariales de más alto rango.

El segundo fue el Director General de su campaña, arquitecto de su proyecto electoral y artífice de su liderazgo.

El presidente lo sacó del gabinete, pero ignoró el impacto de la decisión en los demás integrantes de su equipo de gobierno: «Todos son prescindibles» «ninguno está seguro». 

Esa señal estimula a conductas positivas, pero también negativas. Los gobiernos marchan mejor cuándo el rendimiento se construye más por lealtad y satisfacción qué por miedo.

La gestión de Furcal no iba bien, pero el gobernante pudo enderezarla. Para eso están los expertos.

Se ha descubierto una trama de sectores de poder económico financian periodistas e influencers en redes sociales para dañar imagen funcionarios. Lo hacen presas fáciles para el chantaje y tienen comiendo en sus manos a los sustitutos.

Después que obliguen al presidente a cambiar el gabinete, entonces pedirán su cabeza.

Los climas de opinión pública deben ponderarse en el proceso de gobernanza, pero sin utilizarlos como los parámetros prioritarios  para tomar las decisiones.

Los presidentes son elegidos para gobernar.

El voto y la elección es una aprobación a la visión presentan los candidatos en la campañas electorales.

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