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Es normal que los líderes que actúan en transparencia, ética y valores se conviertan en paradigmas de la juventud. De esa juventud incrédula y rebelde de esta era de la información y el conocimiento.

Los liderazgos de los partidos políticos expresan preocupación por el poco interés que manifiesta la juventud por la política. Deben entender, como aconseja el politólogo y consultor Belarminio Ramírez Morillo en su libro El Liderazgo Paradigma de la Democracia Post COVID-19, disponible en Kindle Amazon, que la única forma es presentando como oferta al segmento joven un paradigma de liderazgo sustentado en los valores que sugieren.

El líder debe hacer el esfuerzo de lugar para que los jóvenes indiferentes a la política y organización social perciban el legado y huella de vida que está creando, siempre resaltando que es fruto de un accionar acorde con principios y valores. El líder post COVID-19 debe buscar atraer e inspirar a la juventud por esa vía.

Las crisis económicas, sociales y políticas a quienes más perjudican es la juventud. Los jóvenes deberán replantear su plan de futuro partiendo del punto de inflexión del COVID-19. ¿Cuál es el porcentaje de ellos que está listo para esa tarea? Es una interrogante que debe hacerse el liderazgo.

Un porcentaje alto de nuestros jóvenes que nacieron y se criaron en ambientes cómodos y confortables ahora ven deteriorar su nivel de vida. Por eso, el discurso y la atención del liderazgo debe tener como principal atención el estado de ánimo de la juventud. La conclusión es que, como razona Daniel Goleman, por más económicamente privilegiada que sea su infancia, si el niño no llega a dominar la demora de la gratificación en la búsqueda de sus objetivos, esa ventaja de partida acaba desvaneciéndose, en el curso de la vida.

Una debilidad de la persuasión política es que se busca el voto sin crear el compromiso líder-seguidor. El joven que ejerce el sufragio luego observa para evaluar si valió la pena. Muchas de las conclusiones a que arriba es que no valió la pena, y, por tanto, opta por no votar en procesos electorales siguientes.

El liderazgo político en su mayoría ignora los motivos expresan los jóvenes para no querer formar parte de los partidos políticos. Es un grave error. Esa predisposición debe ser estudiada a profundidad para crear los puentes empáticos necesarios que les estimulen a cambiar de actitud.

Los jóvenes que predican la anti política han adoptado el argumento más fácil, de que, como razona Ken Blanchard, todo lo bueno y lo deficiente, depende del liderazgo. Es necesario llevarlo a un plano de pensamiento en que razonen que todo lo bueno y lo malo que suceda en el futuro depende de su indiferencia a la democracia y la participación social.

Ese comportamiento de la juventud está debilitando el proceso democrático. Los seres humanos, como señala Julián Gutiérrez Conde, no podemos aislarnos de la predisposición, favorable o contraria, ni tampoco de los prejuicios, pues ambos van interrelacionados, nos hacen igualmente proclives o reactivos a una relación y contaminan el resultado.

El líder post COVID deberá inspirar a los jóvenes a que participen en los procesos de construcción social y democrática. Debe motivarlos e inspirarlos para que vayan más allá del deseo a ejercer el sufragio. Ese reto debe ser asumido de manera consciente, ya que, los líderes que saben inspirar a otros obtienen más altos niveles de satisfacción e implicación de las personas.

Los liderazgos que llevan la vida en valores concitan niveles más altos de confianza, aprobación, expectativas, esperanzas y simpatías, en el segmento joven del electorado que por naturaleza es opositor y rebelde que el resto de los liderazgos.

Mostrar el camino correcto a la juventud, a los nativos digitales, es uno de los grandes retos de los padres, madres, maestros y líderes en el presente y futuro. El afecto y respeto al líder depende de que este tenga valores y demuestre que su vida camina sobre estos.

Existe la necesidad de que el liderazgo entienda que modelar el comportamiento y conducta de la juventud, tomando en cuenta el caudal de inteligencia y preparación que tienen los jóvenes, requiere como aconseja David Fischman, que se le dedique más tiempo al tema.  

Albert Jovell presenta un prontuario de valores éticos que identifican al liderazgo afectivo. Veamos:

  • Predicar con el ejemplo y transformar los dichos en hechos son los valores esenciales del liderazgo afectivo.
  • Los valores explícitos constituyen señas de identidad de la organización.
  • El liderazgo ético se basa en valores corporativos explícitos.
  • El liderazgo afectivo da sentido y significado a las actividades de la organización y de sus miembros.
  • A veces, el problema de los códigos éticos es no saber cómo utilizarlos.
  • Existe el riesgo de confundir los principios de los códigos éticos con lemas publicitarios.
  •  Los valores forman parte del capital afectivo de la organización, si no se reconocen en sus actividades: no existen.
  • La ética de los negocios debería ser algo más que una moda, debería reflejar la personalidad de los miembros que forman la organización y de la sociedad en que esta se ubica.
  • La ética de las organizaciones debería ser parte de los derechos humanos de los países civilizados.
  • El liderazgo afectivo ve en los valores de la ética una oportunidad de mejora del bienestar de las personas.
  • El dinero de la responsabilidad social corporativa debería tener la función de promover cambios sociales significativos.
  • Los valores se han de manifestar en las relaciones personales dentro de la organización e incorporarlo a su capital social.
  • El liderazgo afectivo construye vínculos emocionales con los valores representados por la organización.
  • El denominado círculo virtuoso asocia valores a actitudes, conductas y resultados.
  • El liderazgo afectivo intenta que las marcas e ideas que representa se asocien con valores éticos que generan reacciones emocionales.
  • La integridad del líder identifica los valores éticos de la organización.
  • El sentido de la ética incluye valores y actitudes no escritas. Son los llamados valores informales.
  • El liderazgo afectivo implica tener que confrontar y resolver dilemas éticos.
  • Las revoluciones y guerras europeas tuvieron como finalidad conseguir una mayor democracia, el respeto de los derechos humanos y la igualdad de las personas ante la ley. Esos deberían ser los valores de una empresa socialmente responsable.
  • El liderazgo afectivo ve la ética como una oportunidad de generar ventajas competitivas para la sociedad.

La humanidad debe producir líderes que asuman como principal misión lograr un cambio positivo. Plantea Maxwell que cuando usted deposita su fe en otros los ayuda a alcanzar su potencial. Usted se convierte en una relación personal importante en sus vidas, y ellos en la suya.