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Los líderes trascendentes en el ciclo de la democracia dominicana, han sido pocos, porque la renovación del liderazgo es lenta. Cada líder trascendente tiene un círculo íntimo con gentes de dos categorías.

Una categoría son las personas que le siguen, le quieren, le respetan y admiran llegando a tenerle afecto al ser humano. Todo líder es un ser humano con un corazón igual que las demás personas.

Otra categoría son los que se acercan a los líderes sólo por las oportunidades de trascender y progresar que se logra con facilidad estando cerca de ellos. Estos, en las palabras, dicen y pregonan ser los más leales, pero el fondo, son los más letales: son fríos, calculadores, llenos de envidia, maldad y miseria humana, se asocian para tener el control y evitar que las personas con virtudes de que ellos carecen, se acerquen y avancen. Cuando perciben que el líder está llegando a su final, pues lo abandonan. Unos simplemente se ausentan y otros creyéndose la gran cosa, le irrespetan y desafían. Esta categoría tiene en común que son «pelagatos».

La decepción causan al líder ser humano y sus familias estos especímenes que llegan a ministros, embajadores, alcaldes, diputados y otros privilegios, sólo por la cercanía con los líderes, es grande.

Estos «limpianios» acumulan fortunas y se inflan porque salen mucho en los medios de comunicación, no porque son grande y trascendente, sino por los cargos que ocupan.

Hubo «pelagatos» y «limpianios» que hicieron de las suyas creyéndose que eran la gran cosa frente a Joaquin Balaguer en el cierre de su carrera política.

Hay «pelagatos» y «limpianios» que son socialmente alguien por los decretos y apoyos que recibieron de Leonel Fernández y Danilo Medina, y ahora se creen que son la gran cosa.

Hay miembros del Comité Político del PLD que no se han ido, pero que lo están pensando, o peor, traicionando sin irse. Igual sucede con otras calañas similares miembros cúpula de la Fuerza del Pueblo.

A Joaquin Balaguer, Leonel Fernández y Danilo Medina le ha pasado lo mismo, y es posible que sus sucesores corran la misma suerte, porque los líderes políticos dominicanos tienen en común que se comportan igual, no toleran cerca a gentes con brillo y luz propia.

Es un error que pagan caro al final de sus carreras. Los vividores son deshumanizados y cuando los líderes dejan de darles beneficios comienzan a buscarles defectos y lo abandonan.

Las personas con brillo y luz propia tienen dignidad y honor, cuidan a los líderes porque están hechos de la misma madera y poseen el mismo espíritu. Sin embargo, se les hace difícil estar en los círculos íntimos, porque las «serpientes», «pelagatos» y «limpianios» se ponen de acuerdo para hacerle la vida imposible.

Me han dicho cosas de algunos miembros del Comité Político del PLD y colaboradores de Leonel Fernández que me resisto a creer, pero que tampoco lo pongo en duda. Los líderes exitosos, decía Font Bernard son domadores de serpientes y yo digo «son criadores de serpientes».

En conclusión, no tenemos la culpa de que los líderes se rodeen de alacranes. Es la elección que han hecho, hacen y seguirán haciendo.

Hipolito Mejía vivió sus experiencias y la más cruel de todas, le espera a Luís Abinader. Es obvio que más del 90 % de quienes les rodean es por lo que tiene y puede dar mientras sea presidente de la República.