Seleccionar página

Avanzamos hacia un mundo en que las personas son cada vez más carentes de empatía. El porcentaje de personas indiferentes a las otras personas, indiferentes y agresor de la naturaleza, es cada vez mayor. En la situación en que el COVID-19 deja a la humanidad, urge un liderazgo con naturaleza humilde, sencilla, sensible y cercano que estimule la vida empática.

El sistema gasta parte del presupuesto persiguiendo y combatiendo el crimen, pero se debe invertir más en prevenirlo formando un ser humano menos proclive a su práctica. Es como si no entendieran el génesis del problema. Las personas que cometen delitos más execrables -expresa Daniel Goleman-, suelen carecer de toda empatía.

Reparar el daño emocional por la pandemia del coronavirus y la crisis económica requerirá de un liderazgo sensible y cercano a las convicciones personales orientadas más al bien colectivo que al bien personal o grupal.

Aunque el problema no se resuelva, porque hay muchos problemas en la vida que no es posible resolver, las personas de inmediato se muestran agradecidas de la atención sensata que el líder le brinda.

Es que, cuando el liderazgo es sensible, humilde y cercano mejora la autoestima de su entorno y radio de influencia. El líder debe practicar este comportamiento como una filosofía de vida, consciente, como señala Francisco Roca, de que, a tus colaboradores, a tus hijos, a tus amigos, no los trates como lo que son sino como lo que tú crees que pueden llegar a ser.

El mundo urge de un paradigma de liderazgo humilde, sencillo y cercano que ayude a las personas, pero que tenga un tejido o zapata que no se alimente de la recompensa y el favor particular, sino de una visión humanizadora y desarrollista de la sociedad. Un líder moderno estimulado por una energía interior hacia la consecución de un fin social.

Para que la humanidad se levante de esta crisis requerirá del impulso de un liderazgo implicador de las personas en los propósitos que les mueven. Esa implicación tiene que ver con su destreza para percibir la fuerza motriz que hay en el interior de cada colaborador. Madrigal Torres conceptualiza que cada ser humano tiene deseos de obtener algo, ya sea posición, poder, prestigio, fama, dinero o lo que sea.

Reconstruir las economías y la vida de las gentes requerirá de líderes inteligentes. Torralba plantea que “una persona inteligente tiene poder para dirigir su vida y capacidad para evitar que otros se la dirijan con orden a otros fines. Sabe adaptarse a las circunstancias, detecta los elementos valiosos que hay en ella y tiene capacidad para sortear los elementos negativos. La inteligencia cumple, pues, una función adaptativa: permite vivir y pervivir.”

Recuperar la confianza en la democracia requerirá de líderes que sean persuasores sanos. Pat Mesiti contextualiza que “el cuidado de las personas que usted dirige debe ser la prioridad más allá de su propio bienestar. Como líder su meta primaria debe ser la de cumplir con su misión; sin embargo, la segunda prioridad es el bienestar de sus seguidores. Después de todo, sin ellos usted no podrá ser líder.”

El nuevo liderazgo para estos tiempos de incertidumbres y escases deberá tener inteligencia intrapersonal que se exprese en la visualización positiva de su propia vida. Que conecte con su luz interior, y para lograrlo, aconseja Alonso Puig, “tenemos que atravesar todas estas capas de ceguera y por ello, porque es todo menos agradable, necesitamos una extraordinaria humildad, un enorme coraje y un compromiso absoluto.”

Este complicado mundo para encontrar una ruta clara hacia la recomposición y vuelta a la dinámica del desarrollo necesita de un liderazgo solucionador de problemas que no se desconcierte por los desafíos complejos, ya que cuando este frente a un problema, antes de afrontarlo, lo desmenuce en sus componentes. Que nunca se quede perplejo ante nada, para él, todo problema tiene solución. Buckingham, define las personas de esta estirpe como “pensador secuencial, alguien que se luce en desmontar problemas, desmontándolos”. En definitiva, el liderazgo es una tarea difícil, pero al mismo tiempo, es una tarea divertida y de amor al colectivo social.