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El PRM repite los procesos de traumas, conflictos y crisis interna que caracterizó al PRD, organización de la que vienen. Están dominados por una conducta de confrontación sin comedimientos para dañarse entre si. Esa forma de vivir en crisis como algo normal es lo que sacaba al PRD del poder, y han llegado al PRM con los mismos hábitos. Cuando el PLD no entendió que una de sus ventajas competitivas era la cohesión partido-gobierno, entonces se dividió y perdió las elecciones. La lección es que quienes se dedican a pelear entre si desde el gobierno pierden las elecciones.

Al ganar las elecciones el presidente Luis Abinader automáticamente se colocó frente a un dilema con las opciones siguientes: 

a) Hacer un gabinete de gobierno integrado por dirigentes del PRM; 

b) formar un gabinete con mayoría integrante de su círculo íntimo: empresarios y técnicos representantes de intereses empresariales y; 

c) formar un gabinete colegiado poniendo los cargos que manejan mucho presupuesto en control de empresarios, institucionales de control y fiscalización en manos actores de la sociedad civil, y, los cargos que manejan conflictos sociales en control de dirigentes del PRM.

Cualquiera de las opciones que tomara tendría un costo político. Viendo los resultados el presidente y su equipo sopesaron las tres alternativas y optaron por la última. Esto lo explica el hecho de que dejaran fuera del gabinete a los dirigentes del PRM que son más independientes y contestatarios, porque no podrían manejarlos.

Al principio tanto el presidente Abinader como su equipo de grandes Ligas: Paliza, Milagros y Fulcar, entre otros, abrazaron el mensaje de la esperanza y pedido de paciencia a los directivos de la organización que demandan de más participación en el gobierno. Ahora, hacen los ajustes reglamentarios en el PRM para aplastar a los que vayan en su contra. Es el mismo proceso que llevó a cabo el PPH en contra de Hatuey Decamps y que condujo a una derrota humillante del PRD en la consulta electoral del 2004.

Luego de hacer esta introducción, entro de lleno en las reflexiones sobre la encrucijada en que ha estado y estará el presidente Abinader en los meses próximos.

Administrar bien, planificar con certeza, hacer mucho con recursos limitados es la magia que necesitan los liderazgos que gobiernan en medio del coronavirus y que necesitarán aún más los liderazgos del futuro.

Comunicar bien, conectar los resultados de la gestión con las expectativas para lograr satisfacción social es una magia que debe utilizar bien el liderazgo del presente y arte en que deberán ser diestros los líderes del futuro.

¿Quiénes administran bien? 

Las mayorías de los políticos son pésimos administradores porque no han estudiado ni practicado la gerencia y administración por objetivos. Han dedicado su vida a la política que en el ejercicio práctico es disfrutar de las mieles del poder cuando están arriba y ejercer presión, a veces con demagogia, cuando están en la oposición.

Los que por naturaleza son buenos administradores son los empresarios, pero para hacer buenos gobiernos tienen déficit de empatía y de compromiso social.

Los empresarios son dados a poner los intereses de su clase por encima del bienestar colectivo.

Los empresarios suelen ser buenos para administrar, pero el déficit empático y de compromiso social hace que no ayuden mucho a la legitimidad democrática cuando gobiernan en tiempos de crisis y escasez.

Los empresarios suelen ser buenos gerentes, pero malos comunicadores, porque precisamente el éxito en el mundo empresarial requiere de una conducta de bajo perfil y cautela al hablar para no cometer errores.

Después de esos razonamientos ustedes entienden con más facilidad porqué se le hace tan difícil ser eficaz en materia de comunicación el gobierno de Luis Abinader, a pesar de las grandes inversiones en publicidad.

El problema de comunicación del gobierno de Abinader nada tiene que ver con falta de competencias de los profesionales y estrategas que están al frente de la Dirección de Comunicación.

Ahora ustedes entienden por qué Abinader siempre está atareado comunicando lo que corresponde como mandatario de la Nación y lo que les compete a muchos de sus funcionarios.

Los académicos y dirigentes políticos diestros en el ejercicio electoral y contacto social, por lo regular comunican mucho, aunque no necesariamente bien. 

Es obvio que Luis Abinader se puso la meta de consagrarse en la historia haciendo una gestión de gobierno que llene las expectativas, sueños y esperanzas de la población. La alternativa más fácil que encontró fue la transparencia y combate a la impunidad, pero su meta enfrenta un gran escollo y es que las mayorías de los integrantes de su gobierno van en otra onda y no predican con el ejemplo.

El lento desarrollo de America Latina se debe en parte a que la gerencia del Estado ha estado desde siempre en manos de políticos diestros hablando y criticando, pero pésimos gerenciando con falta de educación y experiencia. 

Ahora han surgidos regímenes como el de Abinader en República Dominicana que pone la mayoría de los puestos en manos de empresarios y técnicos representantes de los intereses empresariales en procura de cambiar el curso de la historia.

Esa estructura de gabinete tiene un riesgo y es que recibe presión de las bases partidarias que no se sienten representados. Eso explica por qué Guido está haciendo empatía con tantas gentes en el PRM. No es que todas esas gentes siguen a Guido, es que sienten que el gobierno de su partido no le toma en cuenta ni le representa.

¿Qué puede hacer Luis Abinader?

Hay voces que dicen que debe quitar a los empresarios y oligarcas que son mayorías en el gobierno. El presidente Abinader aunque lo desee no puede hacer eso.

Hipólito Mejía de vez en cuando lanza críticas buscando que sus gentes sean colocadas en puestos importantes en el gobierno. El “guapo de gurabo” no es un estudioso de la Ciencia Política, pero con el tiempo demuestra tener destrezas y sabiduría en el manejo del poder político.

En vista de que el PRM es una organización hecha al vapor fruto de la división del PRD después de la derrota del 2012, carece de una identidad. Eso implica que si pierde las elecciones del 2024 podría de inmediato transitar el camino de la desintegración. 

Al liderazgo político cobijado en las siglas PRM lo unió la voluntad de llegar al poder, y perder el poder, podría implicar la pérdida de los motivos y metas.

Son perspectivas. Vamos a esperar los resultados.