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John C. Maxwell razona que “Todo buen líder tiene un sueño. Todo gran líder comparte su sueño con otros que puedan ayudarle a hacerlo realidad.”

El sueño de Abel Martínez es una República Dominicana con más desarrollo, más oportunidades, más inclusión social, más y mejores empleos, con menos violencia, con un medio ambiente mejor cuidado, con menos haitianos, con más institucionalidad, con un Estado más eficiente, etcétera y etcétera. 

Abel tiene una clara filosofía de gestión centrada en lo humano, calidad de vida y desarrollo sustentable de la sociedad, que la puso en práctica en Santiago y para ponerla en marcha en todo el país, debe llegar a la presidencia de la República.

Abel sueña con una República Dominicana en que reine la armonía y paz, y que el desarrollo sea producto de una planificación en conjunto del gobierno y los empresarios. Un salto mayor al desarrollo sólo es posible logrando que los sectores público y privado caminen juntos. 

La visión de esa República Dominicana del futuro debe ser presentada por un liderazgo competente y visionario para que el empresariado y la sociedad la compartan. Abel tiene la visión y la voluntad, tiene la visión y el equipo humano calificado para aplicarla, tiene la visión y concita el respeto social requerido, tiene la visión y la capacidad, templanza, madera y carácter.

Una visión de cambios y transformación solo cuaja cuando la población la comprende y la asume. El proceso de empoderamiento es posible cuando el liderazgo es confiable. Jorge Etkin en su libro Capital social y valores razona que “disponer de una filosofía lleva a enmarcar los hechos en un contexto de procesos más amplios, a buscar razones y construir explicaciones sostenibles.”

Abel Martínez es realista. Es un líder del sistema que procura mejorarlo para que desaparezcan las injusticias, exclusión y marginalidad. Abel es un reformador dentro del orden. Por eso, se erige en un liderazgo esperanzador para todas las clases sociales, sectores productivos y profesionales, géneros, credos religiosos y edades.

Evalúa las condiciones del país y plantea cambios, sugiere soluciones, aporta ideas a quienes gobiernan, aunque no sean de su partido, porque, en definitiva, lo que lo mueve es servir a su pueblo. Abel acota que hay medidas buenas y malas, políticas positivas y negativas, al margen de colores partidarios.

El realismo que adorna el discurso de Abel Martínez genera confianza y credibilidad. Francisco Roca en su libro De jefe a líder, aconseja “ser realista, para que el entusiasmo no te induzca a fijarte expectativas imposibles de cumplir.”

El candidato Abel Martínez expone con claridad su visión de Estado Social y democrático de Derechos, así como de Economía Social de Mercados en el curso de la campaña electoral 2024.

El sueño de Abel está siendo y entendido por los votantes y no votantes, ya enfatiza como solución a mejorar la seguridad ciudadana y nacional, una Policía Nacional y unas Fuerzas Armadas con mejor preparación, mejores salarios y condiciones de vida familiar.

Abel es consciente de que exponer su sueño con claridad es una poderosa herramienta persuasiva. Describe el estado de abandono en que encontró al municipio de Santiago cuando asumió la alcaldía en el 2016 y detalla que hizo, paso a paso, para que dos años después los santiagueros sintieran orgullo por ser de Santiago. No deja duda de que puede hacer lo mismo con el país.

El sueño es la visión comunicada con inspiración y claridad convincente de que es posible alcanzar. John C. Maxwell en su libro Capacitación 101, dice que “todo buen líder tiene un sueño. Todo gran líder comparte su sueño con otros que puedan ayudarle a hacerlo realidad.”

El Estado Social de Derecho tiene un alto costo económico. Para combatir con buenos resultados los males derivados de la pobreza, reducir la marginalidad y la inequidad social, se requiere de algo más que de una visión y un deseo. Se requiere de producción para que el Estado reciba los ingresos necesarios para hacer la inversión. De ahí la importancia tiene la confianza en el liderazgo.

Abel escoge los momentos indicados para sensibilizar a la población, pero también, escoge los momentos emocionales para hacer radiografía de la crisis y presentar el sueño de país. Evita infundir fatalismo y miedo, como son recurrentes otros líderes del patio dominicano.

En la medida en que gobierna el municipio de Santiago se ha hecho más diestro en mejorar la gestión de los sectores comunitarios, sociales y productivos. En el proceso se convierte en voz y esperanza de sectores en el otrora marginados por el gobierno municipal.

James Kouzes y Barry Posner en el libro El líder del futuro plantean que “No solamente exigimos que los líderes sean creíbles, sino que también pedimos que sean conscientes de las posibilidades futuras: que tengan un sentido de la orientación y visión para el futuro. Esta capacidad de pintar un cuadro ennoblecedor del futuro es, de hecho, lo que diferencia a los líderes de otras fuentes creíbles.”

Un líder puede hacer lo correcto y terminar siendo percibido y valorado por su pueblo como un verdugo. A muchos alcaldes en la labor de organizar y poner orden le ha sucedido eso. Si el alcalde acompaña sus actos de sensibilidad y de mente espiritual como las expresiones de Abel Martínez cuando repara casetas a vendedores, termina considerado como un ser compasivo. Por lo regular, los líderes creíbles son compasivos, porque conocen las limitaciones, sufrimientos y precariedades en que viven sus conciudadanos.

Abel estaba consciente de que el orden pretendía implementar en Santiago tendría como opositores a los beneficiarios del desorden. Pero, también, era consciente de su buena reputación en la sociedad santiaguera, y, por tanto, les sería fácil vencer a los opuestos al desarrollo. Kouzes y Posner razonan que “los líderes creíbles van más allá de las acciones personales. Construyen sistemas y estructuras institucionales para apoyar el objetivo buscado.”

Las metas para el crecimiento y desarrollo económico esbozadas por Abel Martínez en la campaña electoral son claras, apropiadas, bien definidas y alcanzables. John Maxwell en su libro Capacitación 101 puntualiza: “Para que la gente logre algo de valor, necesita ver objetivos claramente establecidos. El éxito nunca llega de manera instantánea. Llega al cabo de dar muchos pasos pequeños. Un conjunto de metas se convierte en un mapa que un líder potencial puede seguir con el propósito de crecer.”