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El liderazgo de Abel Martínez es una mezcla de disciplina con orden. Es disciplinado y ordenado desde que Dios lo trajo al mundo, expresan sus ancestros y familiares que le vieron crecer desde su niñez.

Su personalidad tiene una ética de la disciplina, y ahí es, en parte, de donde emanan sus éxitos. La ética de la disciplina se resume en puntualidad, integridad, humildad, colaboración, fidelidad, mesura, solidaridad, paciencia, justicia, esfuerzo, simplicidad y modestia.

En su gestión de alcalde de Santiago, igual que en su gestión de presidente de la Cámara de Diputados, Abel logró una mezcla de disciplina y orden –autoridad- con democracia y humildad. Eso hace que sus colaboradores lo amen, y a la vez, le teman. Es una de las claves del rendimiento y buen desempeño. Cuando el director de la organización tiene disciplina y es ordenado, los colaborados son influenciados y hacen lo posible para estar a su altura.

Los primeros pasos y las primeras señales dadas por Abel Martínez como alcalde estuvieron enfocadas en presentar las credenciales de su carácter, y sus colaboradores asimilaron la conducta y hacen todos los esfuerzos por no fallarle.

Está en lo cierto Abel Martínez cuando con orgullo en las entrevistas de radio y televisión dice: «en la alcaldía de Santiago no hay ni botellas ni vagos. Todos los empleados y funcionarios cumplen satisfactoriamente con sus funciones y responsabilidades».

Escuchar a un político hablar en esos términos, sobre la marcha de una institución pública, no es común en República Dominicana. Por lo regular, así se expresan los ejecutivos de las empresas privadas que con orgullo y satisfacción se vanaglorian de la calidad y rendimiento del personal que allí labora.

La alcaldía de Santiago es el ejemplo que Abel Martínez pone para prometer la forma como hará gerencia y transformación de la República Dominicana y los resultados que espera obtener, funciona como una sinfonía, están ausentes los ruidos y voces desafinadas. Los enfrentamientos entre funcionarios y empleados, igual que el chisme, allí son escasos.

John C. Maxwell en su libro Relaciones 101 pondera que “cuando un líder ha hecho el trabajo de relacionarse con su gente, se puede ver en la manera cómo funciona su organización. Entre los empleados hay una lealtad increíble y una fuerte ética de trabajo. La visión del líder se vuelve la aspiración de las personas. El impacto es increíble.”

Las personas triunfadoras y que calibran los actos de sus vidas en la búsqueda de la grandeza y la gloria histórica, por lo regular son metódicas. Llevan sus vidas dentro de un patrón de conducta, dentro de una especie de rutina o disciplina que les permite definir su visión, madurar su conciencia sobre el significado en el mundo, y encarar con pasión sus propósitos.

Abel Martínez es un líder trabajador que saca el máximo provecho del tiempo. El ejercicio de gerente y líder en sinergia, no le cansa ni le agobia. Se siente cómodo, satisfecho y feliz.

Abel es candidato presidencial, lleva una campaña proselitista con una agenda cargada de actividades y compromisos, y, sin embargo, no se ha reducido la calidad y eficacia de su gestión en la alcaldía de Santiago. Con otros alcaldes que salieron a buscar candidatura presidencial, como fueron los doctores Pedro Franco Badia y Rafael Suberví Bonilla en el Distrito Nacional, la presión y demandas de los munícipes y activistas comunitarios no se hicieron esperar, porque padecieron las consecuencias del deterioro de la calidad en los servicios municipales.

Abel se siente cómodo siendo alcalde de Santiago y candidato presidencial que recorre al país. Esto tiene que ver con su capacidad para planificar, delegar y trabajar inteligentemente. Cuando se planifica correctamente y se tiene el personal indicado, ya la mayor parte del trabajo está hecho. Ken Blanchard en su libro El corazón de un líder aconseja que “si no dedica mucho tiempo a pensar, privilegiar y diseñar estrategias, trabajará mucho más sin disfrutar de los beneficios de un trabajo ejecutado con inteligencia.”

Abel está consciente de que la ruta más fácil para ganarse el voto y la confianza del pueblo dominicano, y, llegar a la presidencia de la República, es siendo una marca como alcalde. Ese ha sido uno de sus retos y lo ha conseguido. Por eso, tiene autoridad moral para criticar mal manejo gobierno del PRM.

La disciplina de gestión que caracteriza a la alcaldía de Santiago tiene que ver con los valores, responsabilidad y estilo de Abel Martínez, el alcalde. Como plantea Jorge Cuervo en su libro Mejor liderar que mandar, la esencia de un buen liderazgo descansa en construir un marco de valores consciente y compartido por todos los miembros del equipo, y potenciados de forma constructiva.

Abel Martínez, el alcalde, utiliza tres herramientas para lograr que su equipo de trabajo actúe dentro del marco de disciplina y valores establecidos:

·       La primera herramienta es que Abel da el ejemplo de responsabilidad, moderación, puntualidad, respeto y cumplimiento de sus deberes.

·       La segunda es que Abel reconoce y valora a los servidores que hacen bien el trabajo; y

·       La tercera herramienta consiste en que la crítica de Abel es siempre constructiva, jamás burlona, no desconsidera, ni atropella.

Esa naturaleza de Abel Martínez es que le está facilitando cohesionar el PLD en torno a su candidatura. Impresiona el respeto que le tiene tanto la vieja guardia partidaria como las jóvenes generaciones.