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Abel Martínez construye su carrera vinculada a los dos líderes más trascendentes del ciclo post caudillismo ilustrado: El profesor Leonel Fernández, quien en tres períodos constitucionales fue presidente de la República y el licenciado Danilo Medina que gobernó dos períodos con grandes aportes al desarrollo socioeconómico de la Nación.  

Desde su niñez, Abel es Abel. El aprendizaje lo lleva a su naturaleza y esencia humana desarrollando estilo propio. Es como presidente de la Cámara de Diputados, uno de los puestos más difícil y complejo de ejercer en la política, cuando su luz comienza a brillar en el horizonte nacional.

En su labor de presidente de la cámara de Diputados irradió prudencia, madurez, destreza, moderación, equilibrio, respeto, carácter, talento, conciliador, armonizador y toda una gama de virtudes que sustentan la conducta del liderazgo democrático comenzaron a ser percibidas en su persona.

Abel Martínez es un liderazgo que conjuga inteligencias teórica y práctica. Haber sido catedrático universitario le facilita conectar con las gentes apelando al sentido común, construir sanas relaciones, hacer empatía y compartir la visión. Cuando el político ha ejercido el magisterio genera climas de confianza con más facilidad, puesto que adquiere destrezas en el arte de leer las intenciones, pensamientos y deseos de quienes le escuchan.

Abel cultiva las relaciones humanas dentro de formalismos y eso es bueno, porque respeta y es respetado. Un líder debe ser capaz de construir una raya que no cruza, pero que tampoco permite a los demás que la crucen. Dentro de su formalismo es sensible y cercano. La sensibilidad social, solidaridad y amor por su país, son las palancas que lo mueven.

Es un líder joven moderno con una imagen que no ha sido afectada por los climas de anti política y desafección.  Su partido -el PLD- ha pasado por difíciles momentos, pero la confianza social en el liderazgo de Abel Martínez en ningún momento ha sido puesta en duda.

Abel Martínez es un líder inteligente e implicador. Se ganó el cariño, respeto y afectos de diputados de todos los partidos. Cada vez que presentó un proyecto recibió respaldo de diputados de todas las bancadas. Esa capacidad para compartir su visión y lograr que los demás la asuman, es el abono fértil de su liderazgo que le convierte en un líder con baja tasa de rechazo.

Abundan los diputados y exdiputados de los partidos adversarios al PLD que no sienten estimulados para hacer campaña en contra de Abel Martínez por el tipo de relaciones que construyeron con su persona. Es común escucharlos decir: “Abel es mi amigo” “Abel es mi hermano”. Esas reacciones influyen temor en quienes serán sus adversarios en la carrera presidencial.

Esa combinación de inteligencia con implicación le permite a Abel Martínez: “vivir y pervivir”. El especialista en la Ciencia del Liderazgo, Frances Torralba plantea que “una persona inteligente tiene poder para dirigir su vida y capacidad para evitar que otros se la dirijan con orden a otros fines. Sabe adaptarse a las circunstancias, detecta los elementos valiosos que hay en ella y tiene capacidad para sortear los elementos negativos. La inteligencia cumple, pues, una función adaptativa: permite vivir y pervivir.”

Abel tiene una relación equilibrada entre las inteligencias racional y emocional. Es calculador, pensativo y meditativo, pero también contento y con sentido común. Piensa, pero sin desconectarse de lo que está a su alrededor. Se cuida así mismo, pero también cuida la ecología y estado emocional de los seguidores.

Es un ser humano con una visualización positiva de su propia vida y de la vida de los demás lo que se conoce en la Ciencia del Liderazgo como inteligencias intrapersonal e interpersonal. Esa combinación facilita que las gentes les caigan bien, pero también abona la energía para caerle en gracias a los demás. Se lidera tiene el control de sí mismo.

Sin inmutarse y con naturalidad afronta situaciones difíciles y complejas. Con humildad, carácter y compromiso encara y va de frente a los problemas hasta solucionarlos. Piensa con claridad y actúa con seguridad lo que conduce a que proyecte confianza. Ve las dificultades de forma detallada y específica. Esa madera de liderazgo y ser humano hace que se crezca en los momentos estelares y situaciones complejas. Tanto en la Cámara de Diputados como en la alcaldía de Santiago Abel Martínez demostró que no se le frisa la mente ni su cuerpo se paraliza en los momentos de crisis y tensión.

En su rol mediador y conciliador como líder parlamentario desarrolló su inteligencia interpersonal. En las Comisiones de Trabajo y asambleas legislativas asistía y ayudaba sin buscar protagonismos, ni reconocimientos. Procuraba que sus colegas salieran bien y quedaran bien en todos los escenarios.

La presidencia de la Cámara de Diputados fue la zapata de su crecimiento, porque tiene el don de apaciguar a las personas y generar calma. Le toco lidiar con diputados tenían conductas complicadas, pero con Abel se llevaron bien, porque él les entendía y ellos sabían que tenían el deber de respetarle. Por eso, cuando dijo que no seguiría como legislador, hubo tristeza y disgusto en muchos de sus colegas. Estaban acostumbrados a su estilo noble y altruista de dirigir la Cámara Baja.

Cuando las circunstancias lo requerían Abel dejaba de lado la etiqueta partidaria y creaba un ambiente de hermandad, cooperación y solidaridad entre los diputados. Cuando sus colegas se sentían atrapados acudían a él en calidad de amigo, con toda confianza. Dispensa un trato franco y ve las cosas con claridad, en blanco o negro. Confía en las personas, pero al mismo tiempo es precavido.

Si por algo Abel Martínez tiene adicción, es por las soluciones. Es un nato solucionador de problemas. Sin titubeos, sin sucumbir en el estrés encara retos y desafíos complejos. Por eso, es el líder competente para tomar las riendas de la República Dominicana en medio de esta crisis económica con repercusiones sociales.

El éxito de Abel Martínez en sus roles de líder y gerente se debe en parte a que es diestro en percibir las fortalezas y debilidades de los colaboradores y dirigentes políticos. Sabe que toda persona es buena para algo, pero a veces prefieren estar en los puestos y tareas para las cuales no son aptos. El trabajo del gerente líder es colocar a cada uno donde debe estar para así obtener los más altos estándares de rendimiento.

Haber hecho una maestría práctica de liderazgo en el congreso nacional le ayudó a desarrollar inteligencia intuitiva. El parlamento es un escenario donde fluyen las verdades y mentiras. La inteligencia intuitiva permite diferenciar las unas de las otras.

La inteligencia intuitiva es la antesala de la confianza refrenada. Los lideres gerentes que desarrollan ambas erran menos que los demás, por que con facilidad diferencian “al cojo sentado” de “el tuerto durmiendo”.  He comprobado que Abel interpreta, entiende y observa a profundidad con facilidad.

Al socializar cualquier tema o situación ve detalles que otros pasan desapercibidos, y al mismo tiempo, en las conversaciones estimula para que los demás expongan sus puntos de vistas. Jamás se les percibe como alguien prepotente, jactancioso, superior a los demás o dueño de la razón.