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Abel Martínez es nacionalista y patriota en discursos, en conductas y comportamientos. Es uno de los pocos líderes políticos coherentes sobre este tema de gran importancia nacional.

La política dominicana amerita con carácter de urgencia de liderazgos con prédica y conducta en sinergia. Es el camino para frenar anti política y recuperar confianza en la partidocracia. Urge un liderazgo con predicamento ético y moral.

Como presidente de la Cámara de Diputados luego de la reforma a la Carta Magna en el 2010 llevó a cabo la más educativa labor conocida en la historia para sembrar en la sociedad dominicana los valores de la democracia y el patriotismo.

Como alcalde de Santiago estructuró una visión sobre la protección a la Patria desde la municipalidad, y su municipio ha sido referente de control y orden para evitar que los inmigrantes ilegales se adueñen de los espacios públicos en detrimento de los derechos de los ciudadanos.

Abel Martínez predicó como candidato a diputado y dio ejemplo como legislador. Su obra legislativa es una de las productivas y transparente de todos los tiempos.

Cuando opto por buscar la alcaldía de Santiago los académicos pensábamos que era una locura, ya que después de esa labor extraordinaria como presidente de Cámara de Diputados procedía que fuera tras la senaduría o la presidencia de la República, pero su discurso fue convincente: primero organizaré a Santiago para luego organizar el país.

Al principio de su carrera lo líderes son juzgados por lo que dicen, pero cuando alcanzan los puestos son evaluados por lo que hacen. El electorado ya tiene la evaluación de Abel Martínez el legislador y alcalde, ahora escucha con atención la visión y promesa de Abel el candidato a la presidencia que va por una meta más grande y significativa que el puesto mismo.

Muchos son los que han llegado a presidente para hacer nada y otros para poner el país peor que como lo encontraron. Abel ha dado su palabra de que va por la transformación positiva y el desarrollo integral.

La credibilidad es la base de la autoridad de Abel Martínez, y se la ha ganado poniendo a prueba la seriedad de sus intenciones y conductas.  La coherencia entre lo que dice y hace, el accionar enmarcado en valores, ha sido el catalizador para la alta valoración, admiración, cariño y respeto de que disfruta en Santiago y el pueblo dominicano en conjunto.

La autoridad de Abel Martínez es innata de su ser. La transmite en abundancia, porque la genera en todos los actos de su vida.

Abel es un liderazgo con autodominio y autocontrol de sus ideas y sus emociones. Se aplica en mente y corazón a sus propósitos. Asume o no asume, pero cuando lo hace no deja las cosas a medias, ni echa para atrás.

Abel es un político de cuerpo entero, desde los pies hasta la cabeza como se autodescribió Joaquín Balaguer. Ha llevado en sinergia su preparación con el entendimiento de los problemas sociales y comprensión emocional de las gentes.  Kouzes y Posner, en su libro: Credibilidad -Cómo los lideres la obtienen y la pierden; y por qué las gentes la demandan, razonan que “si los líderes quieren ser creíbles, tienen la obligación ante sus poderdantes de promover la ética social y de enseñar a orientarse según los valores.”  

La congruencia es uno de los valores esenciales del liderazgo de Abel Martínez. Covey y Merrill, en su libro: La velocidad de la confianza. El valor que lo cambia todo, se refieren igualmente a que “las personas que son congruentes actúan en armonía con sus valores y creencias más profundos. Cumplen lo que dicen. Cuando sienten que deberían hacer algo, lo hacen. No les impulsan fuerzas extrínsecas, como las opiniones de otros o el oportunismo del momento. La voz que escuchan y que responden es la silenciosa voz de la conciencia.”

Esa congruencia que describen Covey y Merrill, en síntesis, se traduce en confianza. Esa es la zapata de confianza social en que se sustenta el liderazgo de Abel Martínez