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Por: Belarminio Ramirez

El Marketing Político es una disciplina compleja, puesto que, para cumplir sus metas, requiere de los recursos de varias ciencias.

De la Sociología, el marketing político toma los procedimientos y métodos de investigación social.

De la Psicología, toma los esquemas para leer los adentros de la conducta humana. Información vital para lograr empatía cognitiva y emocional con las personas.

De la Ciencia Política, toma los elementos para el análisis y estudios del poder político, Estado, partidos, liderazgo y sociedad civil.

De la Publicidad, toma las técnicas para dosificar, envolver, presentar y darle belleza al mensaje.

De la Comunicación Social, toma las técnicas para crear la imagen y dar a conocer los productos en el mercado electoral.

De las Tecnologías de la Información y la Comunicación, se sirve para el mercadeo calibrado del producto con las demandas, expectativas, sueños, frustraciones y esperanzas de los integrantes de los segmentos, sectores y nichos del mercado.

Del Mercadeo Comercial, toma las técnicas de ventas para vender los productos políticos como si se tratara de productos de consumo masivo.

El marketing político de estos tiempos es una mezcla y asociación de retórica, teatro, artes escénicas y modernas tecnologías del cambiante mundo digital de la comunicación y el conocimiento.

Los mercadólogos sustentamos la tesis de que para convencer y persuadir no es suficiente con la elección de ricos argumentos, buenos emisores y utilización en el momento adecuado.

Hacer buen marketing requiere de buena presentación, envolver los mensajes y argumentos en sentimientos, emociones y valores, empaquetarlos para lograr varios propósitos a la vez, organizarlo eficazmente, a fin de que su recepción cause buena impresión.

En Marketing Político es necesario saber utilizar con sutileza los argumentos y procedimientos de comunicación para despertar la atención, desarrollar el interés para que despierte el deseo -o la identificación de la simpatía-, y, generar las energías y emociones necesarias para conseguir la acción.

El fin último del marketing político no es ganar las elecciones, como erróneamente piensan algunos. El fin último y propósito elemental del marketing político, es mejorar la calidad de vida de la población. Por eso, en estos tiempos, sin marketing político, es imposible hacer buen gobierno.

Frente a los nuevos retos que plantea el covid19, los gobiernos, partidos y líderes, requieren del soporte de recursos humanos diestros en utilizar las herramientas tecnológicas para observar el comportamiento y la conducta social. Esto es vital para satisfacer las expectativas y alcanzar altos rendimientos.