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El marketing político de la postcovidianidad deberá ser integral, y más abarcador que en el ciclo anterior. La dimensión de la crisis demandará de un liderazgo político con un discurso más abarcador.

El liderazgo del futuro deberá abordar más temas y conocer la esencia de los problemas, retos y desafíos de los sectores integran el aparato económico y productivo, así como, las demandas, sueños, frustraciones y expectativas de los segmentos, sectores y nichos sociales.

Levantar a la humanidad del noqueo del coronavirus, amerita de una nueva visión socioeconómica, de nuevos planes y políticas para el desarrollo, mejoría del nivel de vida de las gentes, rehacer los daños que produjo la pandemia en la ecología y estado emocional de la humanidad.

Después del coronavirus, se hace necesario un nuevo discurso y enfoque de perspectivas de desarrollo para la niñez, el deporte, el turismo, sector bancario, los servicios, la cultura, diversión y moda.

Después del coronavirus los partidos y candidatos requerirán de una mayor adaptación a las cambiantes necesidades del mercado. Como plantea Julio Juárez, en su texto Hacia un estudio del marketing político: Limitaciones teóricas y metodológicas, el objetivo principal será el de diseñar un producto político que la gente quiera, concentrándose principalmente en sus propias capacidades para entregar este producto a los electores.

Marketing político integral significa que no se limite solo a la campaña, sino que se inserte también en el ejercicio de la gobernanza y desempeño de la función pública. Hasta ahora, los candidatos buscan expertos en marketing para que lo ayuden a ganar. El día de las elecciones termina el acuerdo. Ahora, frente a las complejidades sociales, es necesario un plan de marketing para la campaña que tenga un puente bien claro hacía la función pública para no desvincular la elección del ejercicio del gobierno.

El Marketing Político Integral cuenta de tres fases: a) la campaña electoral, b) la transición y c) la gobernanza. Muchos son los candidatos que después que son proclamados ganadores entonces se manejan con poca inteligencia de marketing en la transición y se buscan problemas que después afectan la gobernanza.

El marketing integral es un proceso más responsable y constructivo para contrarrestar la crisis de confianza que afecta a la democracia. El mismo busca mantener la coherencia entre lo que se ofreció y lo que se hará.

Más que ambiciosos desmedidos de poder, el futuro demandará de liderazgos responsables, prudentes y respetuosos del fundamento democrático y la felicidad social. Como acota Luis Roberto Haug en su texto Marketing político en tiempos volátiles: manual para ganar elecciones “un político ambicioso, pero incapaz de leer lo que los tiempos y la sociedad demandan o de convencer a la población de que tiene las mejores respuestas no pasará de ser un ambicioso frustrado.”

Estoy muy de acuerdo con la maestra Maria Álvarez cuando subraya en su ensayo ¿Qué es y para qué sirve el marketing político? que “más allá de su función de instrumento ganador para proyectos particulares, el marketing político puede ayudar a mejorar la producción política y a enriquecer la oferta electoral. El marketing político es un mecanismo de creación, de nuevas ideas, de nuevas imágenes, y, sobre todo, de seducción.”