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En el ejercicio de la consultoría política, me he dado cuenta de que la debilidad empática que tienen las mayorías de los candidatos se debe, en parte, a que no se han convencido de que hay algo en ellos que deben entregar a la humanidad.

Los líderes van a la política en busca de importancia social, pero pensando muy poco en el legado que deben dejar y aportar a la humanidad. Piensan más en servirse de la política que en servirle a la humanidad, a través de la política.

El consultor político o estratega de marketing, debe identificar los mejores sentimientos, las mejores emociones y los mejores valores que encasillan la vida del liderazgo.

Steve Harvey puntualiza que “no puedes dar lo mejor de ti cuando no sabes qué es lo mejor de ti. Conocer tus fortalezas y debilidades es importante porque necesitas aprender a maximizar tus ganancias y minimizar tus pérdidas. Enfrentar los retos de la vida, los negocios, el trabajo, la salud y la familia equivale a lanzar y recibir varios derechazos. Ser sincero en relación con tus debilidades te pondrá en una posición donde recibirás menos golpes y minimizaras el riesgo de ser noqueado en tu camino al éxito”.

En el estudio para obtener las informaciones que nos ayuden a elaborar buenos relatos, debemos ir al fondo cerebral del candidato o liderazgo. Viajar en el tiempo para conocer sus mejores y peores momentos emocionales. Debemos procurar que se desahogue y exprese sus emociones. Inclusive, debemos destapar el rincón del cerebro donde almacena los malos recuerdos, aquellos pasados deprimentes y feos.

Un consultor con destrezas debe buscar desatar los nudos que tenga el liderazgo en su cerebro. En un diálogo ameno, sea en un almuerzo o una cena, cuando percibe una atmósfera sincera debe preguntarle:

· Ahora, por favor, hábleme un poco de usted. Al formularle la interrogante abierta el liderazgo hablará de lo que considera que ha sido y es más importante en su vida. En función de lo que trate, el consultor identifica el centro de su vida.

· Otra interrogante que no debe quedarse sin hacer, en el primer conversatorio privado entre el consultor y el liderazgo, es: ¿Por qué piensa usted que es la persona indicada para ese puesto?

Asegúrese de formular las interrogantes en un ambiente cómodo en que nadie interrumpa y que disponga de tiempo necesario para reflexionar. Una vez le hice la pregunta a un candidato y le entró una fumadera y una bebedera de café, y, en conclusión, no me dijo nada.

La técnica que funciona mejor para conocer el liderazgo hasta las entrañas es llevándolo por parte, sin que en ningún momento perciba que lo están interrogando. El consultor debe ser diestro en su meta de descubrir todo lo importante de su pasado y de su perspectiva y pensamiento de futuro.

En la medida en que conocemos más de sus entrañas, adquirimos más herramientas para convertirlo en líderes exitosos, y hacer de los procesos de campañas, laboratorios para desarrollar liderazgos.

Maxwell aduce que “la mayoría de los líderes tienen seguidores a su alrededor. Creen que la clave del liderazgo es ganar más seguidores. Pocos líderes se rodean de otros líderes, pero aquellos que lo hacen aportan considerable valor a su empresa. Y no sólo aligeran su propia carga, sino que su visión es enriquecida y llevada a la práctica”.

Cuando tenemos identificados los mejores y peores momentos emocionales, entonces pensamos en cuales públicos, ambientes y escenarios utilizarlos, apelando al relato. La cosa más fea que nos ha pasado en la vida puede dejar de serlo en la medida que la compartimos con los demás.

El ejercicio sirve para trabajar el interior del liderazgo, desarrollando una mente táctica que les ayude a cambiar, si es necesario, las perspectivas de ver las cosas. No importa cómo te sientas por dentro, razona Coque, “debes desarrollar la habilidad de parecer que todo está bien hacia los demás. Debe apreciar las diferencias. Ser capaz de estar en estado mushin, anulando miedos, ansiedades, frustraciones, prejuicios”.