El presidente Luís Abinader va entrando en la encrucijada. En los momentos de estabilidad, crecimiento económico, bonanza, armonía y paz social es fácil gobernar, porque todo se mantiene en su curso.
En ciertas medidas, a pesar de la pandemia, a Luís Abinader y su gabinete le fue cómodo gobernar en el primer período, la oposición fue frágil y la pandemia justificó un estado de emergencia que duró casi los cuatro años y dinero no le faltó.
El gabinete de Luís Abinader en sus mayorías son empresarios y no podía ser diferente, porque él es empresario y es natural que los presidentes hagan un círculo íntimo con sus amigos. Por tanto, no podíamos esperar de Abinader un gobierno de mayoría académicos, como fue el caso de Leonel Fernández; de mayoría dirigentes partidarios orgánicos, como fue el caso de Danilo Medina, porque su liderazgo tiene raíz en el poder económico y no en la partidocracia.
El gabinete de Luís Abinader en su primer gobierno, salvo algunas excepciones, le respondió bien, pero resulta que ese mismo gabinete no puede responderle ni le responderá bien en este segundo período, porque tiene por delante retos y desafíos muy grandes en que sus amigos no están dispuestos a acompañarles porque no pondrán el interés público por encima de sus intereses económicos.
La reforma fiscal, a penas se discute, y ya se percibe a un Luís Abinader sólo. Los funcionarios empresarios de alcurnia tienen a sus esposas, esposos, hijos y hermanos enraizados en sectores empresariales que se contempla afectar en la reforma fiscal. En esas familias ya no hay paz ni en el comedor ni en la cama.
Desde que Luís Abinader presentó el proyecto de reforma fiscal la paz se esfumó en los hogares de muchos de sus funcionarios. Si actúa con sentido común y con sabiduría Luís Abinader debe saber que el gabinete que tiene no es el idóneo para manejar lo que sucederá con el impacto de la reforma fiscal.
Las mayorias de los funcionarios empresarios huyen de los medios de comunicación y evitan el tema de la reforma fiscal. Esa conducta es porque la medida afecta sus intereses. Por otro lado, el gabinete de Luís Abinader puede ser bueno en la gerencia, pero no en la comunicación. Por eso, la inversión del gobierno en comunicación y publicidad ha sido tan cuantiosa.
El empresario por naturaleza es práctico y todo lo que hace y dice es calibrado en objetivos. Por eso, son dados a no comunicar en los medios, ni tampoco a socializar en las universidades. Y ahora, el presidente Luís Abinader necesita de funcionarios preparados y dispuestos a comunicar, leales hasta el extremo de tomar el sarten caliente de las manos con el tema de la reforma fiscal, aunque estas se les quemen, porque el ejercicio del poder político no debe asumirse sólo atraído por los beneficios y la notoriedad. Deben asumir el sacrificio también cuando las circunstancias lo requieran.
Luís Abinader está quedando atrapado porque la reforma fiscal igual a lo sucedido con la constitucional carece de consenso social. Conseguir el consenso se le hace complicado a Luís Abinader, debido a la innecesaria conducta confrontadora que mantuvo en su primer período. Ahora debe hacer el esfuerzo de superar el ambiente de confrontación, porque necesita de la aprobación del liderazgo político del sistema para que no se arme tremenda crisis social con el impacto de la reforma fiscal.
Ahorita que no se sorprenda Luís Abinader si varios de sus ministros le expresan que no desean seguir en los cargos. El presidente, viendo el comportamiento que están asumiendo con el tema de la reforma fiscal, debe preguntarse ¿Cuáles podrían ser esos? y cambiarlos antes de que renuncien.
Es lógico esperar que el presidente Luís Abinader exija a los funcionarios que defiendan la reforma fiscal como ya lo hizo el PRM con un comunicado hecho público. Entonces ¿Qué hará el presidente Luís Abinader con los funcionarios que le están sacando el cuerpo? Es un tema de conversación intensa en los actuales momentos en los círculos del PRM.
En República Dominicana, los presidentes, unos más que otros, no han sido diestros interpretando la conducta de la lealtad. Ignoran que la lealtad más que por virtudes humanas y de liderazgo es por necesidad de los colaboradores. Una vez esas necesidades cambian la lealtad también.
Con el tiempo, hemos visto funcionarios se le paran como gallitos a los presidentes, funcionarios que descuidan su trabajo, funcionarios que actúan en dirección contraria a la visión del presidente, funcionarios que por abajo hacen pactos con los adversarios del presidente.
Con el liderazgo de Luís Abinader, la deslealtad que se ve venir será mayor que con los presidentes anteriores, ya que los empresarios se meten a la política por coyuntura y entienden que no tienen nada que agradecerle a los políticos. Ya se ve lo que está pasando en medio de todo esto activando proyectos presidenciales como si las elecciones fueran el año próximo cuando debieran estar defendiendo su gobierno y las reformas que pretenden implementar.