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Cuando aborda el tema de la crisis económica, Abel Martínez plantea que manejarlas adecuadamente requiere de una disciplina de gastar en lo necesario e invertir pensando en la producción y el desarrollo.

El 2024 será un año difícil para la economía dominicana. Ya en los Estados Unidos anunciaron recesión para el último cuatrimestre del 2023, y esto impactará en reducción de inversión y deterioro calidad de vida en dominicana. A partir del 2024 habrá que ponerle freno al derroche desde las arcas del Estado.

Abel Martínez tiene la madera de líder para disciplinar el gasto público y darle a la República Dominicana el curso que se requiere para superar la crisis económica y social. Rubén Ordóñez en su libro Cambio, Creatividad e Innovación plantea que “impulsar a la gente a buscar lo nuevo en una organización acostumbrada a la comodidad de lo existente constituye otro de los mayores desafíos a la alta gerencia.”

El lento desarrollo socioeconómico en América Latina se ha debido, en parte, a la cultura de gastar el dinero público con prácticas de inversiones con propósitos clientelares, en unos casos, e inversiones con fines de beneficiar personas, grupos y sectores, en otros casos.

Abel acota que el gasto público y la inversión en un Estado Social y Democrático de Derecho debe partir siempre de una combinación de lo necesario con lo útil, y para eso hay que planificar, auditar, vigilar y evaluar resultados.

La inversión del Estado no debe ser en base a caprichos y privilegios enfatiza el alcalde de Santiago y candidato presidencial del PLD. Abel aduce que gastar e invertir en lo necesario es lo que les ha permitido hacer historia en el municipio de Santiago: cada centavo lo gastamos correctamente, razona lleno de orgullo y satisfacción.

Abel, cuando las circunstancias lo requieren, actúa con criterios de austeridad. Es consciente del peligro que implica gastar mucho cuando te ingresa poco o gastar más del total de tus ingresos. Por eso, con objetividad critica el acelerado ritmo del endeudamiento externo puesto en marcha por el gobierno del PRM, quien tiene hipotecado el futuro del pueblo dominicano.

La austeridad es una disciplina de vida. Las personas austeras se rigen por un orden. Hay personas que no necesitan de muchas cosas materiales –de muchos ingresos económicos- para vivir bien, y para ser felices. Inclusive, están disciplinados de forma tal, que, aunque tengan mucho, no gastan mucho.

Las personas que actúan de ese modo, no es porque sean tacañas, como muchas veces tipifica el argot popular a quienes no son dados al derroche. El punto es que el pueblo dominicano ha ido cambiando, y el cambio trae consigo una nueva diversidad de problemas y demandas sociales. Las respuestas requieren de mayores ingresos de parte del Estado, pero también, de actuar en valores de austeridad.

Es necesario cada cierto tiempo un cambio de acción y pensamiento en el liderazgo político para lograr sinergia con el cambio de actitud y mentalidad del colectivo social. En ese mismo orden de cosas, Francisco Roca en su libro De Jefe a Líder, conceptualiza que “al igual que una máquina, nuestras actitudes necesitan, cada cierto tiempo, una serie de reajustes. El entorno cambia, nosotros cambiamos”.

El momento vive la humanidad es propicio para liderazgos austeros. Vivimos tiempos de muchos problemas y recursos limitados para darles respuestas satisfactorias a las demandas.

Abel Martínez es un liderazgo que llegará a la presidencia en el momento más conveniente y necesario para el pueblo dominicano. Su preparación y su experiencia van en consonancia con el tipo de liderazgo que demanda la Nación en una coyuntura de escases, crisis económica, demandas abundantes y grandes retos y desafíos.

Abel Martínez desde el primer momento se propuso construir la imagen del estadista guardián y celoso del patrimonio de la alcaldía de Santiago. Su propósito lo encaja en el perfil de un modelo de liderazgo que está en escases, y que se caracteriza por predicar con el ejemplo. En esa misma perspectiva de ideas, John Baldoni en su libro Sé un líder modelo plantea que “el aura del liderazgo se perfecciona, sí, pero hay que ganarla con la experiencia y demostrarla a diario con el ejemplo”.

Los liderazgos que procuran pasar a la historia como guardianes del interés nacional y el patrimonio público, demandan de la cooperación y hasta del sacrificio personal, familiar y profesional de quienes constituyen su entorno de colaboradores y círculo íntimo.  Hay personas que van a la política y se colocan al lado de estos líderes, pensando una cosa, y luego le sale otra.

Definitivamente, los líderes que transcienden en la historia y conquistan la grandeza, son aquellos que abrazan grandes causas nacionales. Los líderes no están para complacer apetitos y vanidades de las personas. La misión de los líderes es ser arquitectos y rectores del porvenir de su pueblo. Para lograr esa meta, la visión del líder debe ser compartida por sus conciudadanos. 

La franqueza con que Abel actúa, la transparencia y sinceridad que irradia, hacen que consiga con poco esfuerzo la cooperación de los demás. No es fortuito el hecho de que su gestión en la alcaldía de Santiago haya sido tipificada como el gobierno municipal que ha concitado mayores niveles colaboración de todos los sectores de la sociedad santiaguera. Los empresarios han acatado los arbitrios con menos regateos que en el pasado; las personas y las familias han acatado el nuevo ordenamiento sin que se asome el síndrome de la disconformidad y menos de las protestas callejeras.

Es una gestión para ciudadanos dando muestras fehacientes de que ama a las personas sin importar clase social, credos políticos ni religiosos. Abel se ha ganado el respeto, consideración y agradecimiento de personas, empresarios y gentes de todos los confines de Santiago que vinculan los progresos y éxitos que tienen en lo comercial, empresarial y profesional, con el ejercicio de la gestión del alcalde eficaz

La población se ha dado cuenta que en la cultura de austeridad que implementa el alcalde de Santiago no hay una doble moral. Inclusive, muchos de los funcionarios del ayuntamiento que son de familias adineradas han alterado sus estilos personales y familiares de vida para no mandar mensajes contradictorios con la filosofía de gestión. La credibilidad, plantea Eduardo Martí en su libro No más jefes, “es la aceptación espontánea que hace la gente de los líderes y de su estilo de liderazgo, y está determinada por la calidad comunicacional, la capacidad gerencial y la consistencia en las acciones.”

La calidad del gasto y la inversión municipal han sido percibidas por la población como una característica responsable, humana y solidaria con los que menos tienen de parte del alcalde Abel Martínez. Para nada está bien derrochar desde el poder, cuando hay demandas sociales insatisfechas por incapacidad del Estado para dar respuestas.

La calidad en el gasto puesta en marcha por el alcalde Abel Martínez fue el punto de partida para desde un principio lograr la necesaria conexión y empatía entre el gobierno municipal y las entidades empresariales y de la sociedad civil. No debemos olvidar, que en los hechos estamos viviendo un proceso de tránsito de democracia representativa a democracia participativa en que los actores de la sociedad civil juegan un rol importante en la construcción de la legitimidad social y conciencia colectiva.

En resumidas cuentas, podríamos acuñar el decir popular de que “en buenas manos estará el pandero” a partir del 16 de agosto del 2024.  John C. Maxwell en su libro Relaciones 101 plantea que “los instintos de las personas son bastante acertados para saber cuándo otros tienen fe en ellos. Pueden percibir si su carencia es genuina o fingida. El tener verdaderamente fe en alguien puede cambiar la vida de esa persona”. El pueblo dominicano tiene fe, esperanza y confianza en Abel Martínez.